“Sólo a una cuarta del cielo, / me han dicho que está
Comares / entre peñas y olivares y blanco como un lucero”.
Te dicen bien. Sube.
¿Corre brisa suave y fresca? Viene del mar. Comares corona una roca, es
una pincelada blanca que avienta las nubes desde un nido de águilas donde el
progreso - ¡dichoso progreso! - ha
puesto su sello a manera de parabólicas y antenas de telecomunicaciones.
En la lejanía, casi
perdidas en la llanura de la costa Benamargosa y Vélez-Málaga, enfrente Almáchar y El Borge.
Colgados en Sierra Tejeda: Alcaucín, Canillas de Aceituno..., por el otro lado
Periana.
Enclave primordial en el territorio con Benthomiz y
Zalía. Los textos nazaríes la citan con
el nombre de Hisn Qumarich.
A mediados del XIII, Mohamed I nombró alcaide a su yerno Abd Ishq Ibrahim, de “los
escayuelas”. Traidor, se alió con Alfonso X, contra su soberano y suegro.
Encontrarás gente amable: “si usted quiere, pido la llave de la iglesia
para que entre a visitar al Santísimo” y te ofrecen, por si lo tienes a bien comprar
vino moscatel, pasas, miel o pipas de almendras “para los guisos”.
Todo desde la penumbra, en la hora de la siesta desde
detrás de una cortina, que todavía da más encanto y misterio.
Sus calles angostas y blancas, reverbera la cal y
florecen los geranios. En paneles plastificados cuentan su historia.
Asómate a los miradores. Se abren sobre el precipicio:
por la Puerta de Málaga, por el Camino de la Aguada, desde las almenas del
castillo o desde los paredones del cementerio.
La calle del Perdón recuerda otros tiempos, la iglesia,
antigua mezquita se consagró la Encarnación. En Comares, estuvo de cura mi
amigo Rafael Gómez Marín que nos dejó hace poco…
Un mosaico recuerda la pervivencia del tercer estilo:
“Comares” – los otros, “Almogía” y “Montes” -
en la Plaza de los Verdiales. Los entendidos afirman que es el más vivo
y dinámico de los tres. Cante, música y baile. Raíces, profundas.
“Han querido ver en el zéjel, al abuelo natural de los
verdiales” y, que aquí,
en Comares, allá por el 862, murió
Samuel, solista y director, portador de la exquisitez musical de
Al-Andalus. Dicen que la mejor Panda es
“La Número Uno, de Maroto” que cantó: “Viva Dios que nunca muere / y si
muere, resucita / Viva la mujer que tiene /delgada la cinturita”.
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