Los hemos dejado que se mueran
solos, mientras nosotros nos hemos parapetado detrás del burladero del miedo,
ese que solo deja ver lo preciso, porque todo lo demás se oculta tapado con el
capote de nuestro egoísmo.
Han llorado las familias con
impotencia, rabia y dolor en su propia
soledad, las pérdidas, como solo se llora lo que se quiere mucho y ya no van a
volver más. En esos momentos, cobran todo su sentido algunas palabras que
usamos con frecuencia recuperándolo de pronto, como esos fogonazos de luz que
deslumbran. Es cuando se comprende el verdadero significado de ‘nunca’,
‘jamás’, ‘siempre’…
Se han quedado las palomas del
parque desorientadas. Ya no llegan algunas mañanas, o en horas determinadas,
aquellas parejas que solían sentarse y sin decirse nada hablaban en su silencio
que solo ellos comprendían. Está el bastón en el sitio donde siempre se dejaba,
pero ya no vendrá la mano cálida que busca su ayuda de apoyo.
Escribió Juan Manuel Serrat
cuando yo era muchacho, una canción que ya entonces me impactó: “Els vells
amants”. Habla la canción de cabellos blancos, de miradas tristes, de personas
que se quieren y se agarran de las manos y se preguntan si ¿estás bien? ¿hoy no te duele nada?... Habla la canción
también, de una radio antigua y un reloj grande, y de viejos retratos colgados
en la pared y de encajes…
Y de flores y que, por San Jorge,
- no se le olvidaba nunca - él le regalaba una rosa y se la envolvía en un
papel de plata… Destila una ternura que ahora, esta sociedad que les ha vuelto la
espalda, desconoce. Los hemos dejado solos, unos decretando leyes porque había
que salvaguardar la seguridad; otros porque no les dejaban acercarse a ellos.
Lo cierto, lo únicamente cierto, es que han muerto con el amparo de personas
anónimas de las que nunca conoceremos sus nombres ¡qué pena!, que les han dado
toda – y más – su profesionalidad.
Esta sociedad de hedonismo y
pasotismo, les ha vuelto la espalda. Ellos han muerto alejados de los suyos, ellos
que se quitaron lo poco que tenían para darlo todo en un tiempo donde lo único
que sobraban eran penurias y sacrificios. Están vacíos algunos bancos del
parque. Están inermes, si eso es posible, algunos corazones…
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