Estaban esta mañana a porfía con
sus trinos al poco de salir el sol. Desde las cárcavas del arroyo, subía una
sinfonía de color y de gorjeos, propios de estos mensajeros de plumas azules,
amarillas, violetas, naranjas... Los abejarucos, antes de salir al paseo mañanero,
parece que se hayan dado un baño en las aguas del arco iris…
Luego, ascienden y planean
suavemente bajo el sol que se eleva a medida que avanza la mañana, y dibujan
con líneas imaginarias, figuras caprichosas en el aire, como los niños con la tiza en la pizarra,
cuando se quedan solos en la clase.
En las horas de más calor, no se
sienten ni se ven por cielo… Pasan la siesta en sus galerías profundas, oscuras
y frescas horadadas en los cortados a donde solo pueden llegar ellos. Con las
térmicas de la tarde, vuelven. El sol declina y se hunde poco a poco en el
horizonte.
Decía Muñoz Rojas, que a las
abejas les entra el miedo cuando llegan, para Barbeito, su vuelo es la importancia de
las cosas pequeñas y para Delibes, el placer de verlos volar tumbado sobre la
hierba. Uno, en su modestia, goza con ese aviso sonoro que anuncia que llega el
verano.
Vienen estos mensajeros
multicolores de África. Los que saben de ellos, cuentan que allí pasan el
invierno, que se alimentan de insectos y que en ocasiones, suponen un peligro
serio para las colmenas.
Los que sí tenemos un problema
para echarnos a temblar, somos los españolitos de a pie. Hemos estado unos días
encerrados en ‘otras’ colmenas. Anuncian
que no se sabe cómo va a terminar todo esto. Leía dos opiniones dispares. Una prestigiosa
doctora experta en virus, manifiesta que puede venir un repunte mucho peor que
lo pasado y por otro lado, un científico ruso dice que esto se acaba para
finales de junio. ¿ A quién creemos?
Cualquier mañana, cuando pasen
unos meses y el verano toque a su fin, los abejarucos levantarán el vuelo y no
vendrán a sestear y les sorprenderá el sol de la tarde cruzando otros aires,
otros caminos, por desiertos de arenas cálidas y sus plumas darán colorido a
otros cielos. Entonces, alguien puede que anuncie que ya llega el otoño. Ojalá,
ese otro anuncio que tanto deseamos, llegue antes, mucho antes de que los
abejarucos dejen de piar por nuestros cielos..
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