sábado, 9 de mayo de 2020

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Ellos, los abejarucos


                        


Estaban esta mañana a porfía con sus trinos al poco de salir el sol. Desde las cárcavas del arroyo, subía una sinfonía de color y de gorjeos, propios de estos mensajeros de plumas azules, amarillas, violetas, naranjas... Los abejarucos, antes de salir al paseo mañanero, parece que se hayan dado un baño en las aguas del arco iris…

Luego, ascienden y planean suavemente bajo el sol que se eleva a medida que avanza la mañana, y dibujan con líneas imaginarias, figuras caprichosas en el  aire, como los niños con la tiza en la pizarra, cuando se quedan solos en la clase.

En las horas de más calor, no se sienten ni se ven por cielo… Pasan la siesta en sus galerías profundas, oscuras y frescas horadadas en los cortados a donde solo pueden llegar ellos. Con las térmicas de la tarde, vuelven. El sol declina y se hunde poco a poco en el horizonte.

Decía Muñoz Rojas, que a las abejas les entra el miedo cuando llegan,  para Barbeito, su vuelo es la importancia de las cosas pequeñas y para Delibes, el placer de verlos volar tumbado sobre la hierba. Uno, en su modestia, goza con ese aviso sonoro que anuncia que llega el verano.

Vienen estos mensajeros multicolores de África. Los que saben de ellos, cuentan que allí pasan el invierno, que se alimentan de insectos y que en ocasiones, suponen un peligro serio para las colmenas.

Los que sí tenemos un problema para echarnos a temblar, somos los españolitos de a pie. Hemos estado unos días encerrados en  ‘otras’ colmenas. Anuncian que no se sabe cómo va a terminar todo esto. Leía  dos opiniones dispares. Una prestigiosa doctora experta en virus, manifiesta que puede venir un repunte mucho peor que lo pasado y por otro lado, un científico ruso dice que esto se acaba para finales de junio. ¿ A quién creemos?

Cualquier mañana, cuando pasen unos meses y el verano toque a su fin, los abejarucos levantarán el vuelo y no vendrán a sestear y les sorprenderá el sol de la tarde cruzando otros aires, otros caminos, por desiertos de arenas cálidas y sus plumas darán colorido a otros cielos. Entonces, alguien puede que anuncie que ya llega el otoño. Ojalá, ese otro anuncio que tanto deseamos, llegue antes, mucho antes de que los abejarucos dejen de piar por nuestros cielos..





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