sábado, 2 de mayo de 2020

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Amanecer de mayo





Cuando yo era joven, de lo que hace mucho tiempo, por los años sesenta del siglo pasado, un grupo de voces, un trío, llenaron el momento musical con canciones acarameladas y llenas de romanticismo.

Eran tres hermanos nacidos en Sanlúcar de Barrameda, pero criados en Sevilla,  tenían un gran sentido de la melodía y sus canciones sobrevivían en contraposición a la canción rítmica que se abría paso por aquellos años. En su manera, de hacer música, además del buen gusto, se imponía una manera de ‘picar’ las voces de tal manera, que era un punteo diferente a todo lo que cantaban los grupos o solistas de entonces.

Se llamaban los “HH” enviando dos mensajes, que eran hermanos y su apellido, Hermoso. Estuvieron con la grandes firmas de aquel momento y como todo en la vida,  tuvieron su gran momento en la televisión en blanco y negro y en las emisoras de radio. Triunfaron: personalidad y armonía en sus voces. Su canción identificativa fue “Aquel amanecer de mayo”.

Hablaban de una primavera de colores en el cielo, de flores que sonreían, del mar como un espejo. Todo era bonito en las miradas de los adolescentes que creíamos en tantas cosas, que hasta el canto de las alondras parecían golpeos de olas suaves.

Este amanecer de mayo, ha tenido otros matices. Muchos españoles confinados, se han tirado a la calle en la búsqueda de una libertad perdida. Me viene a la mente aquel mensaje que lanzó Jarcha: “Libertad, que gran palabra para el preso, carcelero, tú nunca podrás gozarla”.

Dos amigas, Marilina y Pilar han iluminado la mañana. Marilina, con una foto del paisaje de Álora. El campo se ha vestido de verde, con el manto que solo saca a relucir la primavera, después de un abril  géneroso en chaparrones… “Marzo ventoso y abril lluvioso…”

Pilar, nos ha ofrecido el río, su río Guadalquivir, el que cría sirenas de agua dulce desde Cazorla a Sanlúcar y siembra sus orillas de trigos y olivos tiernos y permiten que los barcos lleguen a Sevilla. “Para los barcos de vela,  Sevilla tiene un camino…”, dijo Federico.

Amanecer de mayo, cantos de alondras en los campos de la libertad – o lo que creemos que es la libertad – y él, el río, el río Grande, camino de la marisma entre la vegetación de la orilla,  por donde se van los sueños.




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