Paco Rengel, mi entrañable y
recordado amigo, tuvo la culpa. Una tarde, de no me acuerdo qué año, me invitó
al pregón que daba a ‘su’ Virgen del Carmen y en ‘su’ barriada de El Palo y,
luego, el día de la Virgen, a la procesión. Allí me fui; nos fuimos.
En el rebalaje – Rosi, Jose
Marí, Maribel…– supimos muchas cosas. Luego, cuando la procesión entró en la
parroquia de las Angustias, muchas más… La gente cuando se mueve por lo que
lleva dentro habla de otra manera.
“A la Virgen , cirio y a la mar,
maera” cantaba doña Concha. Hasta el rebalaje se había llegado la
gente de la mar y la otra. La que va, por
devoción, y la que va a ver. A todas las playas de Málaga (menos algunas que
las retrasan para no coincidir) las barcas iban llegando con una pesca
primorosa y única: traían a la
Virgen del Carmen.
“Salve, reina de los mares”, se
cantaba –no sé si seguirán haciéndolo la gente de Marina- sobre la cubierta de
los buques cuando un cornetín anunciaba que se había terminado el día. El sol
se iba por el horizonte, a veces, entre nubes, a veces, con un cielo azul
turquesa.
De las tres Vírgenes del verano
–la del Carmen, Asunción y Natividad- la
‘marinera’ es la que abre puerta en el calendario. Al poco de varar la jábega
en la arena las estrellas ya son las
luces de la noche. Anida dentro una
sensación nueva y única. Hoy, con la Virgen del Carmen sí que ya ha arrancado
el verano.
De niños nos dijeron que la Virgen del Carmen sacaba a
las almas del purgatorio. Mi abuela tenía un cuadro que a mí me daba miedo.
Mujeres y hombres con medio cuerpo desnudo – los hombres - ardían entre llamas.
La Virgen del Carmen, con el Niño en su brazo izquierdo, les ofrecía, desde las
alturas, un escapulario. Siempre estaban allí. Esperaban una redención. Al parecer
debía tardaba mucho porque me hice grande y seguían las mismas personas
ardiendo…
Ahora dicen que el purgatorio –con
el que nos asustaron - no existe y que
está aquí. Me pregunto y ¿si la
Virgen del Carmen nos echa un escapulario y nos saca de este
purgatorio?
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