Pasa, lentamente, el sopor de la siesta El sol hace chiribitas;
se derriten las sombras. Dicen que es verano en el hemisferio norte, dicen pero
quien se ha enterado es un servidor. Boda a las siete y media de la tarde. Mes de julio,
treinta y seis grados centígrados. Traje o lo que es lo mismo chaqueta y
corbata, camisa de gemelos, escudito en la solapa y zapatos nuevos… Aire, con polvo en
suspensión que viene del desierto.
Me espera una tarde dura de
pelar hasta que otra vez la brisa diga que ha llegado el cambio de dirección el
viento y suba ese hálito refrescante que viene del mar. La noche se hará,
entonces, menos largas y el sol que doraba el atardecer estará, por aquí, en su
merecido descanso…
Luego, mañana, y el otro y el
otro, serán otros días. Habrá que esperar un chaparrón imprevisto, unas nubes
perdidas que dejen caer unos goterones
gordos y redondos sobre la arena de la playa. Un revuelo imprevisto hará que la
gente recoja sombrillas, toallas y enseres a toda prisa y un paso ligero de
gaviotas dirá que hasta aquí llegó el verano. Pero para eso, todavía, falta…
En estos días, ahora, amanece,
porque así lo quiere el calendario, más temprano. A las seis y media ya está el sol con un par
de palmos en lo alto de los cerros de los Lagares. Huele a rastrojo y yerba
seca. El campo, traspillado; no hay nada de verde en los bordes del camino.
En las horas paradas en las que
sol parece que se ha quedado en punto muerto se acarran las ovejas. Unen sus
cabezas. Intentan darse un poco de sombra entre ellas y dejan que el tiempo sea
el único que tenga algo de movimiento.
Los sotos del arroyo, entre el cañaveral y los
zarzales dan cobijo a los pájaros en las horas más duras del estío. Cuando rompa el alba una sinfonía de cantos
inunda el campo y antes, mucho antes que el lubricán anuncie que da paso porque
viene el día, otro día, son los ruiseñores los dueños de esas horas únicas y mágicas que
solo regala la naturaleza a quienes se acercan a ella.
Y mientras tanto, ahora, entre anhelos de lo que está por venir, los últimos
rescoldos de la boda darán con el cuerpo a tierra de los supervivientes de un
combate de sudor y callado sufrimiento.
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