domingo, 21 de julio de 2019

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Tiempo de sufrimiento





Pasa, lentamente,  el sopor de la siesta El sol hace chiribitas; se derriten las sombras. Dicen que es verano en el hemisferio norte, dicen pero quien se ha enterado es un servidor. Boda a las siete y media de la tarde. Mes de julio, treinta y seis grados centígrados. Traje o lo que es lo mismo chaqueta y corbata, camisa de gemelos, escudito en la solapa  y zapatos nuevos… Aire, con polvo en suspensión que viene del desierto.

Me espera una tarde dura de pelar hasta que otra vez la brisa diga que ha llegado el cambio de dirección el viento y suba ese hálito refrescante que viene del mar. La noche se hará, entonces, menos largas y el sol que doraba el atardecer estará, por aquí, en su merecido descanso…

Luego, mañana, y el otro y el otro, serán otros días. Habrá que esperar un chaparrón imprevisto, unas nubes perdidas que  dejen caer unos goterones gordos y redondos sobre la arena de la playa. Un revuelo imprevisto hará que la gente recoja sombrillas, toallas y enseres a toda prisa y un paso ligero de gaviotas dirá que hasta aquí llegó el verano. Pero para eso, todavía, falta…

En estos días, ahora, amanece, porque así lo quiere el calendario, más temprano.  A las seis y media ya está el sol con un par de palmos en lo alto de los cerros de los Lagares. Huele a rastrojo y yerba seca. El campo, traspillado; no hay nada de verde en los bordes del camino.

En las horas paradas en las que sol parece que se ha quedado en punto muerto se acarran las ovejas. Unen sus cabezas. Intentan darse un poco de sombra entre ellas y dejan que el tiempo sea el único que tenga algo de movimiento.

Los  sotos del arroyo, entre el cañaveral y los zarzales dan cobijo a los pájaros en las horas más duras del estío.  Cuando rompa el alba una sinfonía de cantos inunda el campo y antes, mucho antes que el lubricán anuncie que da paso porque viene el día, otro día, son los ruiseñores los dueños de esas horas únicas y mágicas que solo regala la naturaleza a quienes se acercan a ella.

Y mientras tanto, ahora, entre anhelos de lo que está por venir,  los últimos rescoldos de la boda darán con el cuerpo a tierra de los supervivientes de un combate de sudor y callado sufrimiento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario