Don Julio era más bien bajo,
rechoncho y calvo. Tenía el pelo, por detrás, un poco ensortijado lo que le
daba un aspecto de palmero de la Lola Flores pero le perdía su voz entre ronca
y aguardentosa. Don Julio era un poco picarón y sagaz y le gustaba el vino como
a los chivos la leche.
Yo siempre que subía a Cuacos –Cuacos
de Yuste – donde lo conocí a través de mi amigo Jesús le llevaba un par de
botellas de manzanilla, para más inri, de La Guita, cosa que don Julio me
agradecía por el detalle de acordarme de él y por llevarle algo que a él le
pirraba…
-
Don Julio, dicen, que la manzanilla, fuera de Sanlúcar se marea…
-
- No te preocupes no le va a dar tiempo.
Un día lo paró la Guardia Civil.
Era un guardia nuevo en la zona. No lo conocía. Él se identificó y le pidió al
agente que se comunicase con su capitán y le informase que lo había parado, que
era ‘don Julio’ y que ya había dicho, aquella mañana, siete misas. El guardia
se resistía ante la petición de don Julio. Por fin accede…
-
Mi capitán, tengo aquí un señor que me insiste
en que le llame y le diga que es don Julio, que usted lo conoce y que ya, hoy
ha celebrado siete misas…
-
Anda, anda, le contestó la superioridad, déjalo
de ir pero dile, de mi parte, que ya hoy no diga más misas…
Esta mañana, la Cope ha hecho su programa de fin de temperada
desde la calle Misericordia en Sanlúcar de Barrameda, donde el Guadalquivir
saca pañuelos blancos, para saludar a Doñana, y en las bodegas de La Guita han
hablado, largo y bien – como no podía ser diferente, claro - de tan excelente caldo.
Yo, he escuchado, a ratos, el
programa. Me he acordado de don Julio y de tiempos de verano a orillas de las
gargantas que bajan de Gredos y traen el agua fría, tan fría como debe beberse
la manzanilla que dicen que fuera de allí se marea pero que están casi tan
buena como la que se toma en la tierra donde se cría… Ya ven, cosas que pasan.
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