martes, 5 de febrero de 2019

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Azúcar





-         ¿Cómo consigues el azúcar?

-         Echándosela….

Respuesta, clara. Hiperrealismo a la máxima expresión. Puro y duro. Tal cual. Nos lo regala. Es otra manera de ver la vida a través del crisol de la pintura; es otro estilo de pregonar la riqueza interior que este hombre atesora… A eso algunos llaman arte.

No necesita el artista, Leonardo Fernández, en el caso que nos ocupa escenografías raras para llevar al espectador embebido en la obra. Una mantel de cuadros rojos y blancos, dos ramas de potos – pinceladas verdes - que cuelgan a ambos lados en una ventada desvencijas y  Granada al fondo; una cafetera de las de antes, un quinqué con base de porcelana fina y una tulipa que deja ver a otro lado del cristal impoluto. Una bandeja, unas galletas sueltas, unos bollos de azúcar… ¿Ustedes gustan? El pintor lo ha titulado: “merienda”.

Leonardo es el hilo conductor que lleva a la Escuela Malagueña del Siglo XIX.  La que fue y aún es, aunque algunos se empeñen e lo contrario.  Es el extremo donde terminan o hasta donde han llegado aquellas pinceladas maestras en los lienzos que salieron de las manos – y la creación - de Martínez de la Vega, Moreno Carbonero, Denis Belgrano, Ferrándiz, Blanco Coris, José Gatner…



La luz de Málaga, la ‘sagrada luz del Sur’ de la que hablaba Miguel Ángel Asturias está en sus cuadros. Este hombre que nació en la calle Tomás de Cózar supo desde niño cuál era la canción del agua que caía del grifo en el patio de vecinos en el repiqueteo sobre la orza. Nos dijo qué era la fruta apetitosa y sensual que invita ¿al pecado? Puede. A lo mejor aquello de la manzana fue así porque no conocieron qué eran los bodegones de Leonardo.

Su obra es la naturalidad llevada a un cuadro: el atardecer de la bahía; el crepúsculo que se va y no se ha ido, la luz que se baja conforme cae la tarde y manda a las palomas que busquen cobijo en los árboles del parque…

Expone bajo el epígrafe: ‘Realidad y sentimiento en el arte’ hasta el 31 de marzo en la Sala Mingorance. Archivo Municipal. Alameda Principal.  Málaga. ¿Ah, que no la han visto? La tardanza es la mala. Que ustedes la disfruten…Yo, lo he hecho ya.



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