lunes, 11 de febrero de 2019

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Virote







Tiene el cortijo una pincelada diferenciadora. En el primer piso  un cascarero. Lo rodean tierras de labor. El cielo azul, muy azul y limpio. Para cualquier sitio que se vaya la mirada: campo, y  una pequeña elevación del terreno, a modo de loma,  con vegetación salpicada.

Dicen, me lo contó un día de verano, Diego Rodríguez que se crió un poco más allá, que ‘virote’ era el jornal percibido por un hombre un día de faena en el campo. No lo sé, cómo me lo contó, lo digo.

Está al otro lado del río, frente a Paredones, después de pasar el puente que salva del azud donde se recoge el agua, que por un canal, en la margen izquierda, la lleva para abastecer a la ciudad de Málaga.

Linda- porque todas las tierras lindan con otras tierras -  al norte con las de El Quinto; al este,  Gamonales, El Chopo y el Lagar de don Vicente; al sur, la Cañada del Vado del Álamo y los Aneales; a sol poniente, con el río Guadalhorce…

 El Libro de Amillaramiento, Riqueza Rústica, da noticias de un cortijo con este nombre que en 20 de julio de 1897 es propiedad de don Ricardo López Montenegro. Contribuye a la Territorial, ejercicio de 1891-92 con 4473 pesetas.

Tiene, también, un hálito de historia. Verán. En su interior se salvó la imagen de la Virgen de Flores. Era el tiempo en que los españoles decidieron no entenderse. Solucionaban las diferencias destruyendo todo lo que para el resto tenía un valor especial.

Un grupo decidió quemar iglesias, destruir imágenes y acabar con lo que para los otros era su nexo de fe. Patrimonio artístico para todos. Se terminaba, según ellos, con la injusticia soportada durante mucho tiempo.

La Virgen de Flores, se veneraba  - entonces – en la parroquia del pueblo. Dos niñas: Rafaela Zamudio y Amelia Marín la trasladan a la casa de la segunda, de allí a la de don Francisco Pérez, el médico. Temen. Juan Martín-Prieto la llevarla al cortijo de Virote en el cujón de un serón. Se hace un hoyo en el andén del tinado, se cubre con una canasta llena de paja… Se espera que pase el mal viento. Se salva la imagen…

Marilina, nos ha regalado la foto; a mí me ha dado por contar esta pequeña parte de nuestra intrahistoria.



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