Lo dejó escrito Federico. Lo
dijo como solo él sabía contarlo: “la luna vino a la fragua / con su polisón de
nardos…” y todo eso que ustedes saben del niño que la mira y la mira. No se
harta de mirarla. Siempre descubre algo nuevo…
La luna llena de agosto se ha
dado un paseo por el cielo. En este caso, o sea, en mi caso, no se ha ido a
ninguna fragua porque ya no hay fraguas que templen los aceros que serán rejas
en el arado y lavijas del ejero y timbre en los esquilones… La luna se ha
venido a ver cómo maduran las uvas de
parra.
Las uvas siguen su ciclo. Las
colores del día y el relente de la madrugada le ponen esa nota de azúcar que
cada mañana degustan los mirlos antes que nadie. Ahora están las higueras en
plena sazón. Mirlos y estorninos y los otros pajarillos golosos se van de
visita, antes que a la parra a los pimpollos de las higueras porque allí, ahora,
hay más néctar.
Por un claro del emparrado La
luna se ha asomado por un claro del emparrado. Le ha echado un vistazo. Ven que las uvas maduran
a su aire. No tienen bulla; las uvas saben como toda la naturaleza cuál es su
ciclo. Esperan que pase el tiempo…
Anuncian lluvias de estrellas
para estos días. Son las Perseidas. Todos los años ocurre igual. Por San
Lorenzo, por las vísperas, días antes o después, hay fugas de bellos deseo y
pensamientos que corren a velocidades de vértigo por el cielo. Son besos
furtivos, besos que nunca pasarán de ser deseos y se quedan en sueños.
La luna va a los suyo. No se
para en ver esas florecillas del camino de su cielo. Ella mira y ve; contempla;
deja que la quietud de la noche sea toda
placentera. Todo está en su sitio; todo está en calma. Hay algún revuelo de palomas
en el palomar; krakea una lechuza; andan
los gatos por el filo del caballete. En la lejanía ladran los perros…
Puro lirismo, romántico, lleno de belleza y poesía. Y que hermoso lo has escrito José Morales García, seguro que a Federico ésto tambien gustaría.
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