Se va enero. El de la cuesta. Ese que dicen que es durillo
de pelar sobre todo para los viejos por aquello de los fríos y la búsqueda del
calor de las recachas y las mañanas blancas con nieblas en los curso del los
ríos; en los valles…; noches largas, de
cárabos y búhos y luna de gatos.
Enero nos trajo un rubio de purpurina barata –aunque dicen
que está enterrado en dinero – en el pelo, una corbata roja y unos modales un
tanto raros. El rubio tiene mucho poder. El rubio está podrido, al parecer, también,
y eso es peor, por dentro. Ya se sabe…
No ha conocido la condición de ser hombre. ¡Qué triste!
Nos traído, enero, un temporal de mucho frío. En Levante ha
pegado como los niños acosadores a otros muchachos, o sea, sin piedad. El
destrozo, enorme. Hay que pensarse a ver dónde ponen de una puñetera vez los
paseos marítimos. Está bien eso de hacerlos junto al mar, pero hombres de Dios,
en el rebalaje, no.
Con los fríos de enero han venido las flores a los
almendros. Nevadas de poesía. No dejan que se hagan ni muñecos ni bolas, pero sí, eso de decir lo
que pregonaba Fray Juan de Yepes: “Mil
gracias derramando / paso por estos
sotos con presura / y yéndolos mirando…”
Ya saben.
Se ve la mano de Dios con más esplendor aún, cuando el día
llega a su mediación, y entonces, el campo rebosa ya florecillas nuevas. Está
la yerbabonita rabiosa y ahíta de pincelas amarillas en prados verdes. Ha
florecido el romero y perfuma los terrenos secos. Evoca olor a Esperanza por calle Larios.
Hay cantos de pájaros tempranos. Los chamarines ya meten
brozas. Dentro de unos días los primeros nidos, cuando busque la sombra el
perro, serán hitos en competencia con frutos en madurez plena entre naranjas como
cantos a la sensualidad de color y néctar.
Se va enero. Terciamos el primer mes del año. A ver cómo se
vienen los que quedan: preocupación por
el recibo de la luz; calabacines, por las nubes, y berenjenas, moradas ellas y
las amas de casa con los precios; pateras en el mar azul vestido de luto; demasiado
político suelto que vela por nosotros. Oigan, si alguno se queda en su casa, a
lo mejor, salíamos ganando…Hasta luego, enero.