martes, 6 de diciembre de 2016

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Donde Extremadura es la vecina de arrriba

A orillas  de la carretera, conforme subes a Extremadura, a la derecha, hallarás varada un ancla. Estás en Santa Olalla del Cala. Por aquí sube o baja que todo es del color del cristal con que se mira, la Ruta de la Plata: De Sevilla a Gijón…

Te preguntarás qué hace allí un símbolo tan marinero. Por si no tienes quien te lo explique te digo que es homenaje a unos hijos de la tierra que defendieron el suelo patrio en ultramar. O sea, muy lejos. El recuerdo es la gratitud.

Antes de entrar en el pueblo verás la belleza del toro bravo en el campo y un cruce de carreteras (que te lleva a Zufre) y un lugar - del que no te digo nombre - para degustar el buen jamón de la tierra. Bueno, de verdad, como todo el jamón de la Sierra de Huelva. (Lo del nombre no es por nada. Sólo que la última vez que estuve por allí me clavaron. Y así, pues eso...) 
                                                
Si llegas temprano a Zufre -  porque hasta las once no llega el cura que vive en otro pueblo, para decir misa -,  la iglesia estará cerrada. Aprovecha la umbría de la puerta y échale un vistazo a los apuntes y así recordarás que estos pueblos se aferran a la historia de la que se prolonga el hilo conductor a lo largo del tiempo.

Si pudieras otear el horizonte como hacen los pájaros en sus vuelos de planeo, te pararías en el pantano. En el fondo del valle. Lo alimenta el Rivera de Huelva. Échale una visual a las sierras cubiertas de encinas y alcornoques. Ahora en otoño….¡Ni te cuento! Forman dehesa tupida; fíjate  en el cielo azul.

Entenderás lo dura y difícil que ha debido ser la vida por aquí y, como siempre, el hombre sobrevivió al duque, conde o noble espabiladillo que lo hizo trabajar en su  beneficio. Eran otros tiempos.

Resultado de imagen de santa olalla del cala

No hay comentarios:

Publicar un comentario