jueves, 22 de diciembre de 2016

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Felicidades

Dicen que corren vientos de paz. Vienen de no se sabe dónde y van a dónde quieren ir. Visto lo visto hasta al mismísimo viento lo traemos loco. Baja de las sierras; cruza el campo, y va de puerta en puerta. Y hay momentos en que no le gusta el sitio y sigue de largo…

Hoy no es cosa de hablar de telediarios, y de primeras planas de los periódicos, ni de todo eso que corre por las redes sociales y por esas cosas con nombres raros. No. Hoy si ustedes me lo permiten vamos a hacer una revolera mental y vamos a pasar de las cosas malas. Vamos a desear todo lo bueno que se nos pueda venir.

Hay quien ha puesto la ilusión en una bola de la lotería y pensaron que la felicidad vendría  - ojo que el dinero ayuda, y mucho, pero no es la solución – del capricho de la fortuna. (Josep Pla lo dijo más fino: ‘El dinero no da la felicidad, ciertamente, pero tampoco es un serio obstáculo). La fortuna sabe a todas las casas.

Felipe Aranda ha colgado un mosaico de fotografías. Gracias, Felipe. El abanico es amplio. Como un mago de la imagen se ha sacado de su manga, bueno de su manga no, de ese archivo único que tiene en la trastienda del mostrador un puñado de ilusiones. Ha combinado lo que es, y lo que era. ¡Cuántos recuerdos de un solo golpe!

Si tuviera que optar por una me quedo con ese albaicín blanco y chiquito que baja por la calle Ancha -  hay una noche en que se quedad estrecha –  y se asoma a la plaza. Pulsea en cielo con el campanario de la iglesia. Reverbera la cal blanca… ¿De qué color es la Gracia de Dios?


Chacharean las sombras del anochecer. Juegan al escondite con las torres del castillo. Hay embrujo. Flota, se ofrece, sale al encuentro. Dice el calendario que es Navidad y los hombres de buena voluntad nos deseamos lo mejor para todos. Corren, aunque no lo parezca, vientos de paz…

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