Hay un repiqueteo de lluvia en la ventana. Llueve.
Hace varios días que llueve. Se han empapado los campos; corren los arroyos.
Las lomas se han vestido de esperanza; o sea, de verde. Apuntan los trigos y
cuando caliente el sol de primavera serán espigas de pan y harina blanca bajo
la piedra del molino.
Hay un repiqueteo de malas noticias en la televisión,
en la radio, en los periódicos. Huye la gente de Alepo. Dicen que miles de
personas están atrapadas entre el frío, el miedo y el odio. La temperatura del
odio en aquella zona parece que ha alcanzado cotas inimaginables.
Hay un repiqueteo… No, repiqueteo no; estruendo de
bombas en Nigeria. Lo peor de todo con niñas como instrumentos portadores. La
ciudad de Maidiguri - ¡qué sabe Dios dónde queda! - cien kilómetros más abajo
del lago Chad ha salido en las portadas de los informativos.
Hay un repiqueteo de dolor. Demasiado. Rompen el
alma. ¿Cómo se puede ser tan cruel? A veces hay preguntas y las respuestas o se
esfuman o no quieren venir. Son demasiado duras. No hay mente que dé cobijo y
comprensión a tanta crueldad.
Hay un repiqueteo de consumismo. Señoras guapísimas
publicitan perfumes; bebidas, lujos. Nos seducen; nos invitan a comprarlos.
Felicidad a cambio de dinero. Un imposible. Llegan días en que tenemos que ser
felices por decreto, comer por decreto, beber por decreto…
Huye mucha gente, otra gente, por arenas calientes
de otros desiertos. No son magos a lomos de camellos; no hay pajes que tiran de
las bridas… Vienen descalzos; huyen del hambre. En la mediación del camino se
encontrarán alambradas con serpentinas y… el mar. ¡Ellos que nunca han visto el
mar!
Te lo pide el Maestro Barbeito en la voz de la
alegoría del Amor. (Noches de espectáculo, con El día que Jesús no quería nacer… Todo cedido para Caritas, ya
sabes, algo es mucho para los que no tienen nada).
Tienes que venir y arreglar esto. No le hagas caso a
ese montón de ángeles malos que solo velan por sus egoísmos encerrados en
despachos de moquetas. Allí no entra el
corazón ni la razón. El dolor está en las calles… En tantas calles y en tantas
ciudades… “Qué sí, que sí merece la pena que te lo pide el Amor”.
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