La chica del mostrador tiene la elegancia de una sinfonía
lejana que trae el viento; el deje de música de violines enredados entre las ramas
del bosque; el gorjeo de pajarillos que ponen notas de diferencias.
La chica del mostrador roza esa edad en la que dejó
de ser niña pero, todavía, no ha llegado a la edad de mujer madura. Sus manos,
finas; usa guantes de color añil – como el cielo en las mañanas de verano – que
cobija dedos largos y puntiagudos. La
chica del mostrador muestra siempre
agrado, complacencia…
Tiene una sonrisa amplia y generosa; su tez, blanca como la luna nueva de diciembre una
noche clara sin nubes. Nariz aguileña; ojos azules y pelo rubio. En el pelo le
han moldeado rizos artificiales con mechas negras; le dan
una cierta gracia cuando gira, de pronto, la cabeza.
Es de estura media; ni alta ni baja. Labios delgados
tocados con una sutil pincelada de carmín;
boca grande; pómulos prominentes; frente lisa, despejada.
La chica del
mostrador es una mujer delgada. Su cuerpo de junco de ribera se mueve de un
lugar a otro. Me acuerdo del cante por verdiales: “Viva Dios que nunca muere /
y si muere resucita / viva la mujer que tiene / delgada la cinturita”.
No para. Atiende, sonríe, despide con agrado al
cliente que se va. Siempre termina el servicio con “gracias”…Y, luego, se
dirige a alguien que espera con una inclinación de cabeza y cortesía… ¿Dígame?
Acude al trabajo puntual. ¿Dónde vive? Ni cerca ni
lejos; o sea, en el entorno. Llega y entra por la puerta por donde accede el personal
que trabaja allí. Pasa los controles; se pone el traje de faena; ficha en el artilugio electrónico habilitado
para esos menesteres, y se coloca detrás de la vitrina porque el mostrador
donde la chica trabaja tiene una vitrina de cristal que aísla los productos. Ya
se sabe, cuestión de higiene.
La chica del mostrador siempre habla de usted. Despacha
solícita, con la prontitud. Sabe que el
cliente puede tener prisa y no le hace que pierda el tiempo ni el de él, ni el
de ella. La chica del mostrador, tiene sobre la parte izquierda de su pecho una
etiqueta con su nombre. Tiene un nombre precioso…
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