Dice el hombre que sale en los telediarios, muy
formal él, que habla de la climatología y señala en un mapa con muchas rayas a
modo de curvas caprichosas que va a hacer frío, que sopla aire de no se sabe dónde,
que puede que vengan nubes, que… O sea, que se acerca el buen tiempo.
Es otoño. Hace fresco por las mañanas y al
atardecer, pero no quiere caer – está
durilla, este año, la puñetera - el agua que resbale por los tejados y empape los
campos y llene los veneros y corran los arroyos y suban los pozos…
Es otoño. Ahora, por las tardes, entre dos luces,
vienen bandas de estorninos desde los olivares de las faldas de El Hacho, de la
Cuesta del Río; de las costeras del Baece. Buscan los árboles del parque para
pasar la noche. Hacen estación de espera en la cúpula del campanario. Se pelean
por un sitio - como los políticos por un sillón pero los estorninos no tienen
sueldos - en los brazos de la veleta.
Es otoño. Tengo ganas que, de pronto, llegue un
viento sutil, a modo de brisa y toque en los cristales de la ventana y
entonces, entonces sepa que es el amor que llega y no pasa y se queda y se
acurruca en ese rincón del alma al que solo entra el amor cuando él quiere que
así sea…
Granadas voluptuosas; membrillos ebúrneos; castañas
pilongas de Yunquera y de Igualeja donde el Genal sale de las entrañas de la
sierra y va camino del Guadiaro entre castaños, alcornoques y encinas; peros,
de Ronda; caquis, de Coín; azufaifos de Virote. Es otoño. Frutas para los
bodegones de Zúrbarán, de Murillo…
Aceitunas vestidas de penitencia camino de un molino
de pasión. Uvas maduras. Un pintor de Málaga, Leonardo Fernández, las lleva a
sus lienzos, como no las lleva nadie, como lleva, también, los chorros de agua clara, rumor y poesía de
patios de vecinos de lo que fue y ya no es; recuerdos, ensueños. Es otoño.
Asombroso, el trabajado hiperrealismo de Leonardo, en son con el texto. Ya sabes, querido Pepe, como lo sabe el pintor, que desde el primer día me impresionó su capacidad para pintar el agua en movimiento con esa precisión. El agua, por el pincel de Leonardo, suena, corre, está viva. Un bodegón suyo, con un grifo así, abierto, colocado en un salón, acabaría anegando la casa...
ResponderEliminarY refrescando este otoño tan puñetero que se nos ha presentado, querido Antonio.
EliminarGracias Antonio por tus palabras y a ti Pepe por tu artículo. Un abrazo.
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