La madre tierra, a veces, puede ser cualquier cosa,
menos madre; lo dice el maestro Alcántara. Tiene comportamientos que si son de
madre es porque no es una madre buena. Vamos, que ni tiene rosario para pedir
la devolución ‘devuélveme el rosario de mi madre’, ni nada que se le parezca.
Ustedes deben estar hartos del dichoso huracán. Sí,
el Matthew. Ese que se ha cargado – como si para eso hubiese que ser muy
valiente – Haití, media Cuba y ahora la ha tomado con la Florida. No se queda
ahí la cosa. Dicen que la va a
emprender, también, contra Carolina del
Sur y ya le ha dado un par de dentelladas a Colombia.
¿De quién es la culpa de tanto desastre? Seguro que
habrá quien dice que es del pérfido Rajoy – éste no hay bicho que se escape y
que él no mate –; del enrocado Pedro
Sánchez, al que no le perdonan ni las virtudes; de Sergio Ramos que se lleva
los penaltis a su casa como quien va a buscar espárragos, o sea, a manojos y
bajo el brazo; de los críticos o de los acríticos… Al igual hay quien se escapa y habla del cambio
climático. ¡Qué más da!
En Haití que, además, de ser pobres, son más desgraciados
– como si hubiese algún pobre que no lo fuese – que en otros sitios, se cuentan
los muertos por números que duelen mucho. Las imágenes del telediario,
arrasadoras.
Estamos acostumbrados a los desastres. Hace poco era
Amatrice en el centro de Italia; en el Lacio, para más señas. Allí fue un
terremoto. Cada día llegan imágenes de gente huyendo del horror – algunos se
hacen residentes del cementerio azul más grande del planeta – a las costas de
Europa.
¿Dónde dejamos las imágenes de los niños y muerte en
tantos conflictos? No sé hasta dónde llega la mano de la ‘madre’ que va a su
antojo. Ahora cuadra. Los vientos alcanzan más de los doscientos kilómetros por
hora. ¿El padre, de lo ‘otro¡? Se llama egoísmo en el corazón de algunos
hombres. Ustedes perdonen el día; la actualidad manda.
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