lunes, 31 de octubre de 2016

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Tiempo de hoy

Hay un murmullo de hojas secas en el suelo del sendero. Las arrastra el viento de levante que se ha arrancado al mediodía. No van a ninguna parte. Están arremolinadas, desorientadas desde que se bajaron de las cumbres de las ramas a la realidad del suelo.

Los almeces se cargan de bolitas de sueños de niños. Diminutas, dulzonas, carnosillas por fuera; huesudas por dentro. Las almecinas tenían su destino marcado en el túnel oscuro del canuto de caña en las tardes doradas después de la salida de la escuela.

Se bambolean las granadas reventonas en los pimpollos de los granados del vallado. Sobrevivieron a los niños que no alcanzaron con sus manos a las ramas más altas.  Querían hacer cosquillas a las nubes que pasaban para reagruparse con otras nubes que se alejaban por las crestas de la sierra.

Retornan los estorninos al campanario. Son  los estorninos de siempre; los de todos los años. Ya se saben el camino de memoria. Vienen de los olivares. Las aceitunas  están  moradas de pasión, ahítas de aceite. Esperan vara y recogida y el camino del molino… donde la piedra extrae su esencia.

Se para la brisa en la crestería del tejado; en el alféizar de la ventana… ahora, anochece antes; ahora, la tarde se alarga dulce, placenteramente. Todo se viste de oro viejo y las palomas regresan antes al palomar.

Picotean las bisbitas detrás de la yunta. Ofrecen un balanceo monocorde de cola,  punteo de notas únicas en el pentagrama marcado sobre la tierra.  El surco abierto es un semillero de insectos. Afloran del interior caliente y húmedo de la besana larga. Ahonda el gañán con su mano curtida  la mancera del arado en el barbecho. Avanzan lentas, seguras las bestias; hay un crujir de ejeros, anterrollos  y ubios…


Suenan de manera especial las notas que escribió el cura pelirrojo. Nos dicen que, de las Cuatro Estaciones, ésta, la que encierra a Todos los Santos, y a San Andrés, y que tiene humo de castañas como vaho caliente escapado de los anafes de carbón de la esquina, encierra la  poesía, toda la poesía tiene el otoño… 

1 comentario:

  1. Precioso todo, querido Pepe. Ya sabes cómo me arrastra, me embebe, me enamora el campo.
    Estaría bien, además, que al final de muchos de tus textos incluyeras un glosario, porque hay palabras que lo piden, ejemplo, "ejero", "ubio", "bisbita", "anterrollo"...
    Es una delicia el texto. Enhorabuena.

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