lunes, 24 de octubre de 2016

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Postigo

El Barranco, chorreo de cal que bajaba de la muralla del castillo, un día vio que sus lindes se ponían en la plaza. Los hombres y el tiempo dijeron que hasta aquí habíamos llegado.  El caserío se expandió al amparo de la muralla.

En su suelo tuvo lugar el asedio del Adelantado Diego de Ribera al castillo de Las Torres. Primavera de 1484 para más señas. Termina el fragor de la batalla y desde arriba le vocean: “tregua, tregua Adelantado, por tuyo se da el castillo…”

Lo que viene después lo cuenta uno de los más bellos Romances de la Épica española. ¿El nombre? “Álora la bien cercada / tú que estás en par del río…” Álora entraba con pie propio en la Historia de España; la muerte de Diego Per Afán de Ribera, también.

Al pequeño Albaycín, - o al Barranco de Álora, que para el caso es lo mismo - se sube por tres calles. La calle Ancha, bordea por poniente. Su nombre lo indica, la mayor y la más importante de las tres; la calle Carril, va por el oriente. Hasta la mediación estrecha y sugerente; luego, cielo abierto y precipicio; la del Postigo… ¡ay, la del Postigo!

Verán. Es la calle más antigua. Su nombre primero fue, Postigo del Adarve porque por ella se entraba o salía de la muralla. Vamos un atajo para vecinos que iban o bajaban. Todo era cuestión de pararse a ver en qué dirección se estaba.

La calle Postigo con ese nombre aparece en el Libro del Repartimiento. Reza así: “Diego Marroqui, difunto. Queda a su mujer e herederos unas casas linderos con la casa de Alonso Sevillano e con el postigo que entra al arrabal en con las calles” A otros vecinos le asignan, también, casas, cabe e adarve.


Felipe Aranda le ha sacado su esencia. El cielo azul; la cal blanca, y por la calle estrecha – las otras calles son otra cosa con casi tanto o más sabor –  ese regusto que se llena de misterio y requiebros. No es una calle cualquiera. Sube al corazón del Barranco. 

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