Aquí nos enzarzamos por cualquier cosa o por todas las cosas. Para el caso es lo mismo.
Mi Cristo no tiene nada que ver con el tuyo. Los dos van crucificados en una
cruz y llevan corona de espinas y chorrean sangre y muestran el dolor de unas
escenas que debieron ser… Sí, sí, pero el mío nada que ver con el tuyo.
En España devota de Frascuelo y de María que anunció
don Antonio Machado en aquellos versos geniales tenemos que buscar algo para
discrepar del vecino de enfrente. O sea que si tú quieres una cosa; yo, la
contraria.
Parece que ha sacado billete para este viaje en el
“totum revolutum” eso que llamamos: la hora. La gente de Baleares quieren un huso
distinto; los gallegos, también. Ya saben. Las campanas de la música de sintonía
que dirá: Son las tal del día; una menos en Canarias; una más en las Baleares…
Y ahora viene el problema. ¿Y en Finiesterre? Qué
hora va a ser en Finisterre cuando en Mahón sean las… Dicen los que saben de
estas cosas que EE.UU – de Los Ángeles a Nueva York hay más distancia que de
Nueva York a Madrid – tienen cuatro husos horarios. China, el mismo para todos.
Todo es del color del cristal con que se mira.
Alguien dijo que en España solo eran puntuales los
comienzos de las corridas de toros… y la llegada del AVE, digo yo. Pero con esos cambios de horas podemos volver
locos a los que tocan clarines y timbales sobre el portón de los sustos y a los
maquinistas de los trenes veloces que cruzan los campos y parten en dos el
viento.
“No por mucho madrugar amanece más temprano” Lo dice
el refranero. Es una manera de poner algo de cordura en todo lo que hace
referencia a la vida de cada día. Los que madrugamos sabemos de la belleza del
alba indiferentemente de que el reloj diga que es una u otra hora. Ah, y los
gallos seguirán cantando en el caballete cuando apunte el día…
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