martes, 25 de octubre de 2016

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. La hora.

Aquí nos enzarzamos por cualquier cosa o  por todas las cosas. Para el caso es lo mismo. Mi Cristo no tiene nada que ver con el tuyo. Los dos van crucificados en una cruz y llevan corona de espinas y chorrean sangre y muestran el dolor de unas escenas que debieron ser… Sí, sí, pero el mío nada que ver con el tuyo.

En España devota de Frascuelo y de María que anunció don Antonio Machado en aquellos versos geniales tenemos que buscar algo para discrepar del vecino de enfrente. O sea que si tú quieres una cosa; yo, la contraria.

Parece que ha sacado billete para este viaje en el “totum revolutum” eso que llamamos: la hora. La gente de Baleares quieren un huso distinto; los gallegos, también. Ya saben. Las campanas de la música de sintonía que dirá: Son las tal del día; una menos en Canarias; una más en las Baleares…

Y ahora viene el problema. ¿Y en Finiesterre? Qué hora va a ser en Finisterre cuando en Mahón sean las… Dicen los que saben de estas cosas que EE.UU – de Los Ángeles a Nueva York hay más distancia que de Nueva York a Madrid – tienen cuatro husos horarios. China, el mismo para todos. Todo es del color del cristal con que se mira.

Alguien dijo que en España solo eran puntuales los comienzos de las corridas de toros… y la llegada del AVE, digo yo.  Pero con esos cambios de horas podemos volver locos a los que tocan clarines y timbales sobre el portón de los sustos y a los maquinistas de los trenes veloces que cruzan los campos y parten en dos el viento.


“No por mucho madrugar amanece más temprano” Lo dice el refranero. Es una manera de poner algo de cordura en todo lo que hace referencia a la vida de cada día. Los que madrugamos sabemos de la belleza del alba indiferentemente de que el reloj diga que es una u otra hora. Ah, y los gallos seguirán cantando en el caballete cuando apunte el día…

Resultado de imagen de Amanecer en el mar

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