Nació en Plasencia. Las orillas del río Jerte
fueron las primeras aguas que vio en su infancia; el valle del río Mapocho le
va da la gloria. Antes había cruzado las aguas de la mar océana; luego ve las
orillas del Pacífico. Pasa a la Historia como de las fundadoras de Santiago de
Extremadura, entonces; Santiago de Chile, ahora.
Su vida trascurre a los largo del siglo XVI. De
1507, a 1580 en que muere. Su infancia fue triste como era propia de una niña
pobre de aquel tiempo. Su madre padece una enfermedad estomacal; la cría su
abuelo de profesión ebanista.
A los 19 años conoce a su primer marido, Juan de
Málaga. Se casan años después; luego, él, busca fortuna y emigra a Indias:
Panamá. Saben de él en Venezuela. Pasa el tiempo. No hay noticias. En 1537 acompañada de una sobrina
se embarca en su búsqueda. Tiene noticias. Había muerto en la Batalla de
Salinas; ella tiene, 30 años.
En las cercanías de Cuzco enfrentamiento entre
partidarios de Pizarro y Diego de Almagro. La guerra interna entre los
partidarios de unos y de otros muestra el total desencuentro de los bandos. Como
mujer viuda de soldado de corresponde una ‘encomienda’. Conoce a un vecino de
encomienda: Pedro de Valdivia con quien convive.
Cuando Valdivia emprende la conquista de Chile
Pizarro la autoriza para que lo acompañe en condición de ‘asistenta’. No
admiten la unión entre ellos sin el matrimonio de por medio.
Las crónicas dicen que atiende a enfermos, se
enfrenta a indios mapuches, muestra dotes de estratega y cruzó el desierto de
Atacama con valentía y arrojo. La
reconocen, también como una mujer de arrojo y lealtad extraordinarios. Sensata
y discreta; bondadosa. Disfrutó de una gran estima entre los conquistadores.
Su valor parece que traspasó fronteras. Llegó a
ser gobernadora de la Santiago de Chile al casarse, rondaba los 42 años con el
capitán Rodrigo de Quiroga con quien no tuvo hijos por ‘ser mujer estéril’. Sus
últimos años los dedicó a la devoción y fundaciones religiosas…
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