domingo, 23 de octubre de 2016

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Amor

Lo cantó Serrat cuando éramos jóvenes. Hablaba del amor en esa edad en que los cabellos se tornan blancos, hay un deje de añoranza en la mirada y las manos se llenan de arrugas. La escribió cuando los retratos que cuelgan de la pared se tocan con una pátina que solo deja el paso del tiempo…

Els vells amants fue un canto al  amor desde la ventana de una juventud que venía empujando. Un deseo para cuando el ‘luego’ sea una realidad y el tiempo digan que ya tocan campanas en aquel otro campanario que otea nubes de otro cielo.

Hay un cielo de nubes y esperanzas. Queremos la lluvia; no llega con la alegría deseada; pamplinea con mucho tiento. Los rosales dan una cosecha de rosas tardías ahítas de belleza. Son bellísimas las rosas de otoño. Las gotas de agua buscan acomodo en sus pétalos.

Se ha levantado la brisa. Mueve las hojas en el suelo del  parque, en los alcorques de los árboles de callejeros. No peregrinan a ninguna parte las hojas caídas de los almeces, de los granados del vallado del camino…

Mi amigo José María Lopera me ha enviado, esta mañana, las letras de dos soleares: “El amor y la vejez / por mucho que disimulen / están siempre a flor de piel”, y otra: “Están siempre a flor de piel / los besos y las arrugas / como luz de amanecer”.

Serrat y Lopera probablemente nunca habrán hablado en su vida. Los dos, sin ponerse de acuerdo,  han tocado las cuerdas sensibles del arpa interior que espera la mano que le arranque las notas. Los dos han llegado a lo más hondo, a lo más íntimo, a lo más profundo.

Serrat hablaba de unas manos entrelazadas y de miradas cómplices que se hablan sin decir nada y de recuerdos de flores cortadas en un ayer ya muy lejano que ya está solo  al alcance de los sueños.

Y de  un reloj viejo y una radio antigua y una vida andada paso a paso en el caminar lento hacia eso que se llama vejez y que queremos endulzar y le cambiamos el nombre y, entonces, lo llamamos otoño. ¡La vida!
Resultado de imagen de ancianos cogidos de la mano

3 comentarios:

  1. Sorprendente, hoy me crucé con Jose María Lopera, nos paramos, hablamos por un momento y le lancé lúdicamente una adivinanza. Le recité un verso y él tenía que acertar su autor. Me dijo que se lo ponía difícil, yo reí, se lo leí y acertó. Jose María Lopera era la respuesta, y los versos los mismos que tú, José Morales, refieres en esta hoja suelta de tu cuaderno de bitácora. Saludos, me gusta mucho leerte.

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  2. Sorprendente, hoy me crucé con Jose María Lopera, nos paramos, hablamos por un momento y le lancé lúdicamente una adivinanza. Le recité un verso y él tenía que acertar su autor. Me dijo que se lo ponía difícil, yo reí, se lo leí y acertó. Jose María Lopera era la respuesta, y los versos los mismos que tú, José Morales, refieres en esta hoja suelta de tu cuaderno de bitácora. Saludos, me gusta mucho leerte.

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