Visten de manera rara; parecen de otro tiempo. Andan
con otro ritmo; su cadencia no va acompasada con la nuestra. En la calle no
tienen sitio. Van, vienen de alguna parte, y conocen su destino.
Se acercan a las casas de los pobres. De las dos, - porque
siempre van dos - una atiende al enfermo; la otra, echa una mano en los
menesteres de la casa. En esas casas siempre hay mucho que hacer; más, que
atender.
Acuden. No es plato de buen gusto eso de tratar con
enfermos y pobres. Gente sucia y haraposaa. Los que menos tienen estorban en
muchos sitios; en la sociedad en que vivimos, ni les digo.
Desde su fundación han ido en compañía de la
pobreza. Piden - mendigan - para otros; reparten lo que reciben. Ellas, a cambio dan ropas,
trabajo, comida y algo que no se compra en la botica ni tiene precio porque se
lleva dentro: amor.
Dicen, que tienen unas normas fundamentales: “se
hacen pobres con los pobres”, “se entregan a los pobres”, “mendigan para los
pobres”. “llevan la alegría a los pobres”… Se repite la palabra, una y otra
vez, pobres, pobres, pobres…
Hay, también, otras personas. Esas sí visten como
nosotros. Van por las mismas calles; hablan el mismo acento. Sus nombres no los
conoce casi nadie. Trabajan en silencio. Acuden, escuchan, reparten, ayudan…
Otra gente dejó casas, familias, profesiones,
estatus sociales confortables… Se fueron a tierras donde no quiere ir nadie. El
año pasado dos de ellos murieron. Parte de la hipócrita sociedad que hemos
creado se rasgaba las vestiduras cuando se les atendió. Los recordamos; no es
necesario más hurgamiento.
Hermanas de los Pobres, gente anónima de Caritas,
Hermanos Hospitalarios de San Juan de Dios y…, suma y sigue. Los cobardes la
han emprendido contra ellos. Son blancos de burlas y escarnios.
Ahora, un grupo de personas ‘mesías de no sé qué’, la emprenden contra las Hermanitas de los Pobres
de Sevilla. No tienen argumentos. Arremeten… contra el nombre de la calle. (Por
cierto concedida por un Ayuntamiento republicano de Sevilla. ¡Qué poco saben de
la II República!).
Me pregunto. A gente que da su vida por los demás ¿le importará mucho el nombre de una calle?
Perdonen. Sé que estas letras no sirven de nada; necesitaba hacerlo.
Es cierto Pepe, que lo que uno escribe, aunque sea en un foro como este, que mucha gente lee, al final, no sirve para nada. Los que hacen esas cosas, tienen sus “foros doctrinarios” en donde leen lo que les dicen deben leer y escriben – los pocos que saben – lo que les dicen deben escribir. Pero, aunque estoy persuadido de esto, cuando veo una injusticia, un desmán o una impostura, la sangre se me viene a la cabeza y escribo y escribo, porque haciéndolo descargo mi conciencia, y algunas otras cosas mas...Eso es lo que tu - amigo mio - acabas de hacer hoy... Y ¡se queda uno tan bien luego...!
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