Dicen que mañana, de mediodía arriba, remite. O sea,
que el temporal se va. Ha sido completito: nieve, granizo, lluvia – en algunos
sitios poca -, viento, y como es natural y norma de la casa a finales de
febrero, frío.
Los que saben culpan al posicionamiento del anticiclón
de las Azores que empuja a no sé qué sitio los vientos. Ese anticiclón tiene
mala leche. En verano nos achicharra y, ahora, o nos seca o nos hace tiritar. Y,
digo yo, ¿no podría andarse en un ten con ten y ni tanto ni tan poco?
Bromas aparte, el invierno ha tardado en venir.
Siempre viene. Como los constipados que cuando ya cantamos victoria y pensamos
que nos hemos escapado, aparecen. El mes de julio fue muy caluroso; luego, un
otoño veraniego; el invierno, suave (había gente bañándose en Navidad) y, ahora,
acaba de dejar su tarjeta.
Esta noche el viento ha dado fuerte. Venía a
ráfagas; racheado. Venía soplando con una intensidad que las tejas parecían
campanillas de una carretera de romería; se hacían reverencia las copas de las
palmeras; se agitaban las ramas de los árboles.
Las imágenes que se ven por televisión son
preciosas. Paisajes blancos; manteles extendidos como si esperasen a mucha
gente para un banquete sin comensales. Ha habido peregrinación de curiosos a los
puertos cercanos. Fotos y experiencias que por esto andurriales no son
normales.
Me acuerdo de lo que dice el maestro Alcántara: “no
es lo mismo ver una nevada desde el alféizar de la ventana que desde un camino
vecinal”. El folclore popular tampoco se andaba muy lejos en sus aseveraciones:
“Esta noche ha llovido / mañana hay barro / pobre del carretero / que va con
carro”.
Dicen que mañana remite. Primero fue el Cantábrico.
Ayer, mi amigo José Miguel puso unas imágenes de una granizada en Los Barrios; el
Estrecho tampoco quería ser menos; ahora el temporal generalizado ya ha
cumplido. Ojalá sea el empujoncillo para que entre por la puerta grande la
Primavera (con mayúsculas). ¿Vale?
No creo que estés errado en eso de que, vaya a entrar ya la primavera con mayúsculas. Lo cual, querrá decir que, este año, no hemos tenido invierno, porque no puede decirse que esto lo haya sido, sino, en todo caso, un simple “temporal”. Eso es malo Pepe, no es normal bañarse en Navidad en el Mediterráneo y menos aun en el Cantábrico, como se ha hecho, ni que el verano pasado fuese un suicidio salir a la calle al mediodía, pues cabía riesgo de derretirse. Esta mañana por aquí, hacían cinco grados. Frio, pero frio, y mañana pasaremos a diecisiete. El clima amigo, lleva el ritmo de los que lo sufrimos, es decir, está como una cabra...
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