Las calles huelen a humedad. Hay fóllega de noche de
juerga. Transita poca gente; es temprano. Los que trasnocharon, duermen. Los
que van con el día comienzan, de manera perezosa, la actividad. A esas horas
mandan los repartidores.
Casi no entra, todavía, el sol por las esquinas. No
han llegado los turistas. El Barrio ofrece, un aire viciado. Está cerrado el Teatro
Español en la Plaza de Santa Ana. Anoche terminaron tarde. En la cartelera, ‘El
Grito en el cielo’; compañía, La Zaranda. Calderón de la Barca y Lorca miran
desde sus homenajes silenciosos.
Me adentro. Callejeo. Todo es una maraña; un ovillo
desmadejado. Paso por delante de la iglesia de San Sebastián; entro. Es un
templo desgarbado y grande; interesante
la capilla de Belén. Tengo un recuerdo para Pedro Díaz de Castro, fue cura
propio; costeó el retablo de la Virgen del Rosario de su pueblo, o sea, Álora.
Mil setecientos y pico…, largo.
En lo que fue cementerio, en la esquina de la calle
Huertas sigue el ‘olivo’. Más adelante enseñan la casa de Lope – Lope de Vega –,
y la de Cervantes. En el barrio vivieron, también, Quevedo y Góngora y…. Jalonan
el enlosado, gris y sucio, con citas literarias. Hacen honor al sitio.
Paso, en la calle del León, por delante de la
Academia de la Historia. Templo sagrado del saber. Casi sería obligatorio hacer
una reverencia. Un poco más allá en la calle de Atocha el taller de Juan de la
Cuesta imprimió la edición Príncipe del Ingenioso Hidalgo don Quijote de la…
Por cierto, en el barrio murió pobre y abandonado a
su suerte don Miguel de Cervantes. Es algo propio de España y de los españoles.
El Ateneo en la calle Prados. Su biblioteca puede decir de las horas ateridas
de frío de Buero Vallejo junto a su estufa. No tenía a dónde ir para
calentarse…
Hace días Pepe, se me ocurrió glosar a Don Miguel en mis efemérides y ahora resulta, que era un vulgar plagiario de un tal Servant, nacido en esta tierra y – por lo visto – auténtico autor de Quijote. Claro que, hoy me he enterado, que donde tu estás, han derribado el monumento a Calvo Sotelo - asesinado antes de la guerra civil - por “franquista”, ya que, según dicen, el régimen de Franco lo “ensalzó”. Mal, pero muy mal, lo tiene el Cid Campeador, porque en las enciclopedias de mi infancia, lo ensalzaban hasta el infinito...
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