Abrió el día soleado; soplaba algo de viento. Hacía
frío. No era un frío intenso. Al frío, estos días de atrás lo traían los
vientos gélidos. El hombre del tiempo culpaba al anticiclón, al Atlántico y al
Polo; ese, que está tan lejos.
En otros lugares las nevadas han sido intensas.
Carreteras, cortadas; se han salido de madre los ríos. Han sembrado miedo y ruina. Los ríos
desbordados arrasan lo que encuentran a su paso. No es siempre el hombre quien
se acerca demasiado a sus orillas. Sus cauces, a veces, no pueden con toda el agua que llevan dentro
y…
Alguien vociferaba a otro alguien; iba por la acera
de enfrente. “El aire se ha llevado las nubes”. “Eso…, le contesta, el otro
alguien. No escucho la respuesta; pasa un coche. El ruido del motor la ahoga. La calle estaba casi desierta. Había otras
voces. Eran voces lejanas.
Las sierras han amanecido tocadas de pincelas
blancas. Las sierras tienen un encanto especial. Nieve en las cumbres; verdor
en el suelo. Las sierras son grisáceas. Se recortan el horizonte; arriba, en el
cielo, nubecillas blancas. El cielo esta mañana es celeste desvaído. No es el
cielo limpio de otras veces; es otro cielo.
El periódico trae malas noticas. Los hombres no se
entienden. Discrepan entre ellos. Todo es un enredo. En otros lugares las
bombas siembran dolor y muerte; misiles contra hospitales y escuelas. En esas
zonas el invierno es aún más cruel. No tienen donde calentarse. No tienen nada.
Bueno, nada no; les sobra dolor, rabia, impotencia…
He asistido, esta tarde, a un recital de poesía.
Algunos versos, lo menos, buenos; mucho ripio, mucho pedrusco suelto. Me da qué
pensar: ¡tantos que usan “el nombre de la poesía en vano” ¿Podríamos llamar
pecado a eso?
Echo un vistazo al santoral. Dice que la iglesia
católica ha celebrado a san Euquerio de Orleáns… ¡Lo reconozco en esto del
santoral - en otras cosas, también - soy
un desastre! Por la limpieza del cielo, ahora, parece que será una noche fría.
Vamos, lo propio de una noche de febrero.
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