domingo, 14 de febrero de 2016

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Los ríos

El temporal, eso que viene cada año y que dicen que supera al anterior, la ha liado. En Castilla – tierra recia donde en otros tiempos las mujeres parían hijos para la guerra, ¡manda bemoles! – un montón de ríos van salidos de madre. Otros, a punto.

Castilla sufre un temporal de agua y nieve. Castilla siempre es extrema aunque esté en el centro del mapa. O se achicharra, o tirita. Siempre habrá un pedrisco de primavera que se llevará los trigos, me dijo un hombre, en Tierra de Campos, una mañana de Semana Santa…

Las olas del norte ya han vuelto. Soplan con fuerza los aires en el Cantábrico. Galicia, Asturias… Cuando yo era niño en “el Parte” decían que había una galerna;  azotaba las costas. Ahora le dan otro nombre. Son nombres raros. Todo el mundo sabe, lo llamen como quieran, que eso es un temporal.

He echado un vistazo al mapa. Me tengo que situar. Los ríos conocidos sabemos de dónde vienen y a dónde van: el Duero, el Pisuerga, el Ucero, el Arlanza y el Arlanzón,  el Valderaduye, el Órbigo…, 

Pero a ver, a ver ¿por dónde corren el Omaña, el Pedroso, el Tuerto, el Castrón…? ¿Qué no lo saben?; ¿de verdad, que no lo saben?; yo, tampoco.

El periódico habla de hasta trece ríos dispuestos a liarla. Ahora la amenaza viene por nevadas. Dejarán un manto blanco sobre los tejados, sobre los campos, sobre las carreteras. Pueblos aislados; el de la furgoneta del pan que no llega…

Somos ligeros de memoria. Se nos olvidan muchas cosas; algunas, con una rapidez que asusta. Estamos en el ecuador de febrero; es invierno. Ha tardado en venir. Pero todo llega;  ya está aquí.

El temporal - otro ‘temporal’- se lleva a Esperanza Aguirre, pero solo un poquito. Como las persianas que el viento arranca de  las ventanas y las deja un poquito más allá, solo un poquito… ¡Qué trabajito les va a costar, Santo Dios!


 “Una tarde parda y fría / de invierno.” Don Antonio estaba en su Instituto de Soria. Don Antonio nos lo contó en sus versos. Ahora por El Collado hará frío, mucho frío; en el Espino reposa Leonor. Entorno los ojos y pienso; luego, leo: “trece ríos superan el límite…”

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