Lo llevamos impreso en los genes. Somos
especialistas. Va con nosotros dentro. O vamos ‘contra alguien’ o no somos
nosotros. Se nota, se palpa; parece que estamos hasta más guapos. Eso de ir
contra algo que se mueva, fenomenal.
Leo. Hay un
revuelo en una ciudad maravillosa; una ciudad, única. La ciudad la baña un río
y, en ella, juega todos los días, a la rueda, la luz,
en el recreo de la mañana. La ciudad se llama Sevilla. Es cuna de arte
por los cuatro costados (si me apuran, por arriba, por el cielo; también).
En esa ciudad es donde habla mejor el silencio.
Madrugada de Jueves Santo; encierro de Jesús de Pasión; Plaza del Salvador… se
arrastran contra la tarima las
zapatillas de los costaleros. ¿Lo escuchan? “No me tienes que dar porque te quiera…”
A lo que iba. Un grupo, en esa ciudad, ha decidido, porque si no, no serían
ellos, ir contra las creencias y contra
las tradiciones de la mayoría de la gente de la ciudad y, allí, donde el arte
tiene casa propia, van y se ponen a sacar pecho con un bodrio infumable. Lo que
ha venido después…
Han ido a más. Las Hermanitas de la Cruz tiene el
‘capricho’ – ¡fíjense, que son raras estas monjitas! – de querer a los que no
quiere nadie. Les dan de comer, los lavan, los visten, los asisten, los ayudan
a morir y les dan lo que no tiene precio: cariño. Pues, contra ellas; también.
Esto no es nuevo. Se repiten los tiempos. En la
puerta de Auswitch hay impresa una frase de Arnol Toynbee: “El pueblo que
desconoce su historia está condenado a repetirla”. Mira que si esta gente no
supiese de aquella intolerancia, ¿o si lo conocen?
Lo acabo de ver en facebook. Un alcalde de mi pueblo
de hace muchísimo tiempo suprimió las procesiones (¡vaya novedad!) y el trabajo en el Día del Trabajo. Se paran
los obradores del pueblo; el suyo, no. Oh, mala suerte. Lo cazan incumpliendo
su propio mandato…
En carnavales le cantaron: “El alcalde de mi pueblo
/ ha prohibido las procesiones / se le
van a poner los dulces / duros como piñones”. Se ve que algunas cosillas tienen
poco arreglo. ¿Y si ahora le llevamos la contraria y sí lo arreglamos?
Cuando estudiaba Historia en la Universidad, Arnol Toynbee, tenía malísima prensa, entre los profesores que se confesaban marxistas, ya que, mientras el marxismo representaba lo económico como motor de la historia, Toynbee era el representante de lo espiritual. No sé, querido amigo, si estos de quien hoy hablas tienen claras estas cosas o simplemente actúan con visceralidad y sin pensar. Mi duda no es si conocen el aserto del historiador británico que citas, en la puerta del siniestro Auswitch. Mi pregunta es si, tan siquiera saben, quien fue Toynbee...
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