El Diccionario – a eso al que algunos le dan patadas
– define la palabra ‘hortera’ como
despectiva, vulgar y de mal gusto. No se anda por las ramas. Lo deja clarito
por si alguien alberga alguna duda de los que llevan de la mano el
calificativo.
Mogi das Cruzes es un ciudad importante. Se ubica en
el estado de Sao Paulo. Tiene casi cuatrocientos mil habitantes; tampoco es
cuestión de andar contándolos. Es la ciudad donde nació un muchacho – también,
nacieron otros, claro – que juega muy bien al fútbol.
El mozo se llama Neymar da Silva Santos. Hace ya
unos años que es mayor de edad; sabe por dónde va el agua al molino; a veces,
se hace el lipendi. Es más productivo. Juega desde hace un tiempo - hasta que se subaste y se vaya a otro club
que le pague más – en el Barcelona.
Hace unos días lo citó la Audiencia Nacional.
Presunto fraude en un contrato; presunta apropiación – mediante presuntas
falsedades – de lo que otros dicen que es suyo. Lo citan, a él y al padre.
Presuntamente, su señor padre es quien maneja el parné.
Viene a Madrid desde Barcelona en un jet privado.
Declara durante una hora. El padre del muchacho queda en la Audiencia; tiene un
Viacrucis más largo. Algo así como cuatro horas delante de su Señoría.
Lo dice la prensa. Los muchachos – porque no va
solo; lo acompaña, en una furgoneta, un grupo de ‘amigos’ – suben por la Calle
de Alcalá. ¿Cómo la florista de Celia Gámez? No; exactamente, no.
Cerca de Ventas paran en una hamburguesería; bajan,
algunos; él, no. Adquieren lo que se puede comprar en esas casas de comidas tan
únicas: unas hamburguesas. Siguen camino. Llegan al Hilton Madrid Airport.
Cuatro horas de espera; el papá declara y declara...
El avión, aparcado en el lugar reservado para este tipo de vuelos. En la espera
degustan el manjar tan especial. No sabemos – no lo han dicho - si en la
cafetería, en el comedor o en un reservado… Una palabra define a esta gente.
Tiene tres sílabas: horteras.
Cuando, por circunstancias, la vida te obsequia con un puesto de “relumbrón”, te codeas con gente que – sin decirlo - “espera algo de ti”... Tal fue el caso, del club al que aludes, plagado de “dioses”. En una comida - como invitado - un directivo se sinceró: “Estos palurdos, solo saben dar patadas a un balón, pero les tenemos que reír sus gracias, porque de ellos vivimos...”. Uno de estos, tenia – en la misma mesa - una pequeña discusión con el presidente, por que quería cobrar 13 o 14 millones de euros mas.... Al año. Una bagatela Pepe...
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