lunes, 4 de enero de 2016

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Luz

Y, fue Dios y, entonces, dijo: “Hágase la luz” y la luz se hizo y a la luz, dice el Génesis que la llamó día, y a las sombras que son muy oscuras las llamó noche. Y el día tenía luz, y la noche, no. Y como vio que todo estaba así como muy raro fue y se sacó de la manga unos puntitos luminoso y se los regaló y los llamó luceros.

Y, entonces, Dios pintó de azul el cielo y, el azul del cielo no tenía siempre la  misma intensidad de color sino que desde el lubricán pasaba a añil y a celeste – y ese color le gustó mucho  a Dios, y dijo, la Madre de  mi Hijo llevará el manto de ese tono -  y , a azul intento, y azul desleído… Bueno, el orden no es, exactamente,  así… Y Dios le dio al hombre libertad para ordenarlos como más les gustasen…

Y fue y roció las nubes. Y dijo: unas serán blancas, como es blanca la sonrisa de los niños y la Paz y la alegría; otras, tendrán forma de lana de corderitos para que no tengan frío cuando jueguen en el recreo del firmamento; otras, serán algodonosas como bolas gigantes de azúcar para que se paseen por las tardes de verano…

Otras, vendrán cargadas de agua y como el agua es vida cuando los hombres las vean  me darán las gracias porque yo regaré sus campos y sus cerros; sus trigos y sus cumbres a donde no llega nadie y la conservaré,  allí, por un tiempo, y la llamarán nieve y…; y llenaré sus arroyos y sus ríos y sus pozos y sus veneros.

Y, como Dios sabe que los hombres tenemos tan mala memoria, una mañana fue y le dijo a Felipe Aranda: échate la máquina de fotos y sal a la plaza, ponte en la esquina de la calle Ancha…


Mira cómo está el campanario de mi iglesia dándole medias verónicas a un puñado de nubecillas, como si quisiera imitar a Morante en una tarde de gloria, y al pueblo que se asoma al ruedo y enséñalo a todos los que quieran verlo… Y, Felipe, que es buena gente fue y le hizo caso y sacó la foto y nos la regaló a todos.

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