Los campos de Castilla tienen el horizonte lejano;
los campos de Castilla tienen los
pueblos de adobe; los pueblos de Castilla están difuminados en la llanura
inmensa… Pero los campos de Castilla tienen, en medio de los sembrados, algo
que no tienen otros campos: palomares. Pero no va por ahí el agua al molino.
Los niños éramos amantes de subir al palomar. El
palomar estaba entre el cielo y el tejado de la casa. Las palomas, muchas
veces, no esperaban visitas que no se anunciaban y salían atropelladamente,
asustadas… Los niños veían los nidos encubándose; pichones con los pelillos del diablo y, otros, a
punto de echarse a volar. Tampoco va por ahí el asunto.
Hay otro palomar. Está en medio de una ciudad
preciosa. La ciudad tiene palmeras que mecen las brisas que suben por el río y
olivos, muchos olivos, tantos que su aceituna de mesa tiene fama en medio mundo
y parte del otro. La ciudad se llama Dos Hermanas. Está a tiro de vista de una
de las ciudades más bellas del mundo: Sevilla.
La ciudad de Dos Hermanas ha salido en los
periódicos. Un hombre llevaba un montón de años encerrado, con cerrojo y candado que abría desde fuera, en un palomar. El
hombre estaba secuestrado por sus dos hermanos (¿?) – no dice el periódico si tiene
más – para hurtarle una mísera pensión.
Las noticias no están claras. Algunos afirman que es lo que cobraba como indemnización de un
accidente antiguo; otros, hablan de deficiencias en el andar y en la expresión
oral. Hay quien dice que es gente con un trato difícil…
No sé. A mí hay muchas cosas que no me cuadran.
¿Dónde está la Policía Local – en los pueblos nos conocemos todos - que no echa de menos a un ciudadano que pasaba
muchas horas en la calle? ¿Dónde están los Servicios Sociales que no detectan
esto? ¿Dónde están los vecinos que no dicen nada a quien corresponda y se
investigue y se tomen las mediadas que haya que tomar?
Si tengo una cosa clara. Muy clara. En nuestra
sociedad egoísta los débiles no tienen sitio. Cuando esta noche el aire golpee
la puerta del palomar contra los bastidores, por favor, queridos Reyes Magos, a
esos hermanos (¿? y vuelvo a poner la doble interrogación) en libertad con cargos, ni agua. ¿Entendido?
Yo, hago mías las palabras de no sé quién, fue su autor, y que dicen: Mientras le llamemos listos a los granujas y tontos a las buenas personas: El mundo nunca tendrá correcta solución.
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