viernes, 22 de enero de 2016

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Enciclopedia

El azar tiene cosas así; es caprichoso. Me encuentro con Antonio Vergara. (Por cierto no iba enganchado a ese medio puro que forma parte de él; el lugar no se lo permitía). Antonio, amable, generoso; me dedica un poco de su tiempo.

Antonio tiene publicados un montón de libros de poesía. Antonio es, además, un entendido en Copla. Es de verbo fácil, florido y enjundioso. Siempre, cada vez que ha publicado,  me ha regalado un ejemplar.

Hablamos de estilos literarios. Nos agarramos con Azorín y con Juan Ramón. La prosa del maestro de Monóvar, sultil, ágil; la de Juan Ramón, prosa poética, o poesía profunda. Convenimos en nuestra afición por los dos (y por otros, claro). Estamos de acuerdo. Oraciones simples; frases cortas. Decir, en poco, mucho.

Me vuelvo a casa. Echo manos a una joya. Página 154: “Se llama oración gramatical a la expresión de un juicio o pensamiento completo”. La joya se editó en la España de blanco y negro. Editorial Miñón, Valladolid. Hablamos de la ‘Enciclopedia Álvarez’.

Los españolitos de entonces recorrimos sus tres grados. El tercero, mi lazarillo de esta noche, dice de ella es: “intuitiva, sintética, práctica”. Sentados en pupitres de madera, bipersonales, no sabíamos que significan esas tres palabras tan raras.

Por su Historia Sagrada supimos que todo  lo malo vino por una manzanita. Existían otras materias: Lengua Española, Aritmética, Geometría, Geografía (¡qué bonita es la geografía, ríos, montes, gentes), Historia de España (siempre me he preguntando porqué la historia y las guerras son casi lo mismo…) Ciencias de la Naturaleza…


El azar tiene caprichos así. Y, uno se va a tiempos muy lejanos…

1 comentario:

  1. Todos los que estamos hoy en la “tercera edad”, nos educamos con la Álvarez o la Dalmau Carles. A mi me tocó la segunda, como a mis hermanos, porque entonces los maestros no hacían ascos a los libros fuesen los que fuesen. Claro que eran otros maestros... Como tantas otras cosas, aun la tengo en la biblioteca y de vez en cuanto la miro con nostalgia. Mi nieto, no entiende como no tiene láminas para colorear, ni que fuese solo una, ni que no pudiese escribir en sus páginas. Mi nieto no puede comprender, como sé algo, habiendo estudiado con un libro así...

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