domingo, 3 de enero de 2016

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. La foto

Es un paisaje mediterráneo. Vegetación frondosa; tupida. El otoño ha aparecido. Entre el verdor de los arbustos - más en las retamas que en los tarajes - un árbol anuncia que le ha llegado la hora de cumplir ciclo. Es la vida; son las cosas de la vida.

Al fondo el roquedo es calizo y áspero. Sobresale en el paisaje. No desentona. Son rocas de las nuestras, de esas rocas que nos encontramos en los paseos por el campo. ¿Habrá, ahí, debajo, algún encerraero de conejos?

Son unas rocas propias para albergar nidos de torcaces, de palomas bravías, de algún cernícalo… En sus oquedades puede haber alguna zorrera. No se ve fóllega de zorritos curiosos que abandonen la madriguera…

En el calvero pueden celebrarse algunas noches aquelarres de machos de liebre – matacanes – que suban de los infiernos buscando peleas para morder y marcar las orejas de otros menos fuertes que ellos. Avelino Hernández escribía que el matacán era el mismísimo diablo. Y, si él lo decía…

La miro y la remiro. Le doy vueltas  y más vueltas. No la entiendo; no la veo. ¿qué se encierra aquí? ¿Dónde está la clave? Le pongo un mensaje a Pedro – a Pedro J. Macías – que es el autor. Se lo digo. Pedro…No sé. Estoy despistado.

Pedro me contesta. Me dice que fue tomada desde lo alto. Es un chopo solitario. Tiene casi todas las hojas caídas; las demás, por su color, al transformarlas las luz parece como un árbol que arde. Me dice que está en el río Turón que pasa por debajo. Y, va y agrega que no sabe si lo ha explicado bien… Es lo que quise captar.

Se lo digo. Lo has captado perfectamente; ahora sí, ahora lo veo. Los artistas veis lo que el común de los mortales no somos capaces de captar. Te confieso, yo buscaba una animal agazapado; algún pájaro escondido; un juego de las sombras; un claroscuro imposible… Y tú has visto toda la maravilla de la naturaleza y vas y nos la muestras…


El periódico habla de intolerancia y brutalidades por esos mundos. Escribo en una tarde gris de domingo. Una tarde de lluvia en otros sitios; de vientos que despeinan las palmeras; una tarde de frío interior.

1 comentario:

  1. El frio interior no se combate con calor . Te entiendo muy bien amigo, porque no tiene remedio externo... El otoño, la Navidad, estas fiestas... son propicias para que ese frio se apodere de uno y lo encierre en un mutismo nada bueno para la salud del alma.. La foto, de otoño no ayuda mucho a eliminarlo y mas aún los vientos, que en todas partes corren. Vientos cargados de borrascas, y no por desgracia, de las que este seco otoño necesitan...

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