2 de abril, Domingo de Ramos.
Escribo en esta hora en que los nervios afloran en muchas caras. Se ha echado
el tiempo encima. La Semana Santa no hay quien la pare como no se pueden parar
los relámpagos una noche de tormenta, o el aguacero sobre los trigos o el
viento que baja por las quebradas.
He puesto música de fondo:
“Rezaré”. La plegaria que acuño Silvio, el hombre que se empeño en quedarse en
una maldita curva de su camino, del suyo, el que él se había marcado y lo
consiguió. Silvio rezó a las advocaciones marianas de su tierra y le puso sello
propio. No podía ser de otra manera…
Esta semana, el miércoles,
anduve por la tierra de Silvio y el Viernes de Dolores, por la mía. Aquella -miércoles de sol y azhares -
era una mañana espléndida de primavera. Triana, en Gracia de Dios. Tan es así que la Esperanza, en la capilla de
los Marineros, en la calle Pureza tenía la tez más bonita y, agregaba esa manera
tan especial y suya de mostrarse ante
las gentes. Del río subía la brisa. ¿De los mareantes de entonces? Un recuerdo.
-
Señora, pregunté, a alguien: ¿la Estrella?
-
Siga adelante, al final de la calle, a la
derecha…
Y allí estaba ella. Sobre su
trono, junto a una imagen bellísima del “Señor de las Penas”, que como el “Cachorro”
tampoco ve Sevilla, pero ambos dos, estoy seguro que escuchan como solo
escuchan las imágenes la plegarias de la gente a orilla de calle aunque ellos -
Ella y Él – también tienen muy cercano el río.
Triana adelante, en la calle
Castilla, conforme se asciendo por la margen derecha, la Virgen de la O. La
historia dice que ya en siglo XV tenía culto la Expectación de María. Junto
ella, mejor, en un trono mirando de frente, uno de los Nazarenos más excelsos
salido de la mano de Pedro Roldan…
Viernes de Dolores, cuando la
noche gatea por los tejanos y azoteas, Dolores Coronada hace su procesión
claustral. Desde el altar, en el lado de Epístola del templo, al trono que está
al final. Solo al final en el espacio…. “Si las dulces palabras del Ángel…”
Cantaba un coro desde el presbiterio. Y entre canto y canto, el rezo: “Dios te
salve María, llena eres de Gracia…” Por los que estamos aquí, y por los que no
están. Hoy, hacen dieciséis años que se me fue mi madre. ¿Si les digo que esa noche la sentí más cercana…?
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