domingo, 30 de abril de 2023

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Cultura ¿para qué?

 

 

                            


30 de abril, domingo. Cuentan como chascarrillo que un ministro del franquismo cuestionó públicamente para qué servía el latín. Alguien, culto, que se las andaba por allí, le replicó. La verdad que no sirve para mucho salvo algunas salvedades como por ejemplo para que, a usted, señor ministro, se le llame egabrense – el ministro era de Cabra, Córdoba – y no esa otra cosa que podemos estar pensando.

Hace unos meses me las andaba por Cataluña. Yo iba siguiendo los pasos de Josep Pla, el que se preguntó ante el alumbrado de ese villorrio grande, un poquito grande, es la verdad, y que se llama Nueva York, que aquello quien lo pagaba. Les decía, que anduve por Llofriu y por Palafrugell y por aquella tierra que Pla tan bien nos contó.

Anduve por ciudades medievales, preciosas, llenas de historia, de encanto, de paisajes míticos y de otras cosas que ahora están de moda y que empañan la belleza. Ya se sabe que los diamantes se hicieron con un fin determinado, pero ¿qué se le va a hacer?

Son ciudades, - mejor llamarlos, pueblos - donde se paró el tiempo porque a lo mejor el reloj allí tiene otro uso. En un deambular por calles desiertas donde se escuchaban los pasos al andar, las campanas de la iglesia y algún que otro pájaro que aguardaba la llegada de la noche en la rama de un árbol y me tropecé con un mosaico adherido a la piedra.

El mosaico tenía pinta de viejo, de haber soportado noches de lluvia y algunos soles, de haber aguantado desde aquella pared muchas tramontanas cuando el viento baja desde el valle del Ródano furioso y encabritado y barre el Ampurdán (sé y sé hacerlo, escribirlo en catalán, pero como cuando descubrí a Pla, en su Viaje a Pie y yo era un chaval lo encontré que escribía así, pues así lo hago) “Probincia  de Ge/ rona / Villa de Pera /Tallada/ Partido  / de la Bisbal” (La ortografía cambia. Fíjense lo que se ha formado con ‘solo’).

Uno ha visto letreros de muchas leches. En la Transición alguien sobre una pared blanca estaba escrito con letras de tinte rojo: “Con Franco vivíamos mejor” y otro, había apostillado con letras de otro color y grafía: “algunos”.

Quizá hay quien se empeña en ‘echar’ el español, esa lengua que viene de Roma y que hablamos un montón de gente en todo el mundo. Desde luego con esta ortografía no van a tener difícil conseguir el objetivo. A lo mejor, la cultura sirve para algo.

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