17 de abril, lunes. La situación que vivimos en estos días
donde no aparecen las lluvias crea zozobra y mucha literatura. No es nada
nuevo. La cosa viene de viejo, de muy viejo porque en este país nuestro solo
nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena.
Si
echamos un vistazo a la historia sé que las consecuencias creadas a raíz de la
conquista por las tropas cristianas del reino nazarí (junio de 1484) condiciona
la evolución posterior. Los vencedores traen un sistema agrario que requiere
mayor superficie y necesidad de roturación: acarrea deforestación y erosión.
En el
siglo XVI, alternan períodos de fríos - hasta casi la mediación - con otros de
sequía. Se suceden lluvias y sequías. O
no llueve, o si lo hace, es con menos intensidad; aumenta desde la mediación
hacia el final.
Se
incrementan las rogativas. Eso de acudir a los santos (con el palo o con la
vela es muy nuestro). Se busca paliar la situación con limosnas a las que en
ocasiones contamina el fraude. ¿A que no suena a nuevo?
Las autoridades intentan hacer frente (1558)
poniendo en marcha sus propios recursos o recurriendo a la Corona o al
Obispado. Suben los precios (¿raro, verdad.? El incremento de precio alcanzó el
1.500 % al pasar el precio de la fanega de trigo que en 1555 costaba dos
reales, a treinta en el mes de enero de 1557.
El
profesor Domínguez Ortiz fija la fecha de escasez del trigo hacia 1557, en la
que hace su aparición el hambre. El año anterior [1556] fue seco al que sigue
un año húmedo, 1557, que provoca la pérdida de cosechas.
A
mediados de 1556, se pone de manifiesto los síntomas de esta crisis de cereales
que en 1558, hace decir a Rodrigo Hernández personero de la ciudad de Málaga (Álora
perteneció a la jurisdicción de Málaga hasta 1628) que “ha habido falta de pan”
y aparece –o se incrementa el contrabando con ventas ilegales efectuadas por
arrieros a los vecinos que acudían a los
caminos para hacerse con la mercancía. Surgen fuertes tensiones entre las
Justicias, sobre todo de Álora y Antequera que se oponen a verse despojados de
sus reservas.
En
aquellos años no existían los comedores sociales ni la información tenía la
agilidad con que hoy nos llegan las noticias. Me pregunto si de aquella
sociedad analfabeta, en una gran parte, han llegado estas noticias, ¿cómo no
sería de grande el problema? O sea, no hay nada nuevo bajo el sol…
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