Alora. Al fondo, El Hacho
16 de abril, domingo. El
tiempo está duro. Ya no sé a quien creer. Fallan las señas que antes en el
campo tenían el valor que le aportaba la observación y así cuando decían que ‘sudaban’
las piedras del brocal del pozo era que
el agua – la venía desde el Golfo de Cádiz, y el Estrecho – estaba en camino.
Ahora, no.
Tengo la esperanza que la
Virgen de Cártama, - por cierto, se llama Remedios, ¡que nombre más bien puesto
– siempre solía sacar agua. No sé si este año la Señora que está arriba en la
ermita tiene intención de dar un arreglillo. Ella, desde la altura sabe que el
campo ya se ha ido.
Amarillean las lomas – no se
cuenta ya ni con trigos ni con cebadas - desde el sur de El Torcal hasta casi
las orillas del Guadalhorce. ¿Y los garbanzos del Campo de Cámara? le pregunté
a un amigo de Colmenar y me dijo que aún pueden tener ‘un apaño’. Ojalá.
La tierra está reseca. El aire
del norte pone a los árboles despeinados como cuando las púas el erizo se
levantan para protegerse de lo que se le viene encima. Para colmo hemos tenido
la mala fortuna que han entrado vientos de levante con aire del desierto.
Alguien dijo que si hubiese llovido habría sido barro. Estamos tan ansiosos de
agua que hasta con barro la habríamos aceptado.
Se han llenado las copas de los
naranjos de nidos: Chamarines, verderones, jilgueros y mirlos han señalado las
lindes de sus territorios. Algunas mañanas cuando llego al campo y apunta el
alba hay una sinfonía de pájaros única. Es de los espectáculos más bellos que a
uno Dios le da la gracia de disfrutar.
Mi amigo Rafael Nuño se las
anda por Silos y me ha enviado un video de ‘otro’ campo. Me ha hablado de las
alondras suspendidas en el aire de cuando él era niño en su tierra de
Bobadilla. Ese lugar donde confluían los trenes de Córdoba, Sevilla, Algeciras,
Granada y Málaga. Los trenes ya no son ni están. Las alondras no sé si
seguirán. Rafael que es muy madrugador cualquier mañana de estas cuando vuelva,
me lo confirma.
Y ahora, mientras tanto, se
abre paso abril con amapolas en las vaguadas, magarzas en las orillas de las
carreteras, manzanilla en El Hacho y la trama que se abre paso en las ramas
tiernas del los olivos.
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