18 de abril, martes. De ‘Carancha’
(1848-1925), torero de otro tiempo, sabemos porque don Antonio Machado lo
subió a la gloria literaria en su poema “De lo efímero: “…que vio a
Carancha recibir un día”, que pasó a la historia del toreo, entre otras
cosas, por aquella faena al toro Calceto, en Madrid, el 19 de junio de
1881 y por la biografía de Diego León García…
Dice Diego en una prosa limpia,
carente de adornos innecesarios, pero sin prescindir de los esenciales – “mató
a Girladillo, un toro negro”, “vestido de grana con alamares de oro” el día de
la confirmación en Madrid o que aquel día, 21 de noviembre, “el frío fue impresionante”
en La Malagueta - que este hombre de familia acomodada, natural de Algeciras y
muerto en Aznalcázar vino a dejar las cosas en su sitio. Vivió en la época de
oro del toreo entre finales del XIX y en el primer tercio (de tercios tiene que
ir la cosa) del XX.
Eran los tiempos de Lagartijo,
Frascuelo, Mazzantini…, las figuras, después vinieron El Guerra, Espartero,
El Gallo... Entre ellas, José Sánchez del Campo, que era su nombre de pila;
Carancha, el del cartel. Tenía sitio propio, tan propio y tan suyo que a
pesar del paso del tiempo su recuerdo aparece siempre con la pátina que se les
conceden a los grandes de verdad.
La biografía está muy
documentada. El autor es hombre minucioso. Ha escudriñado documentos, partidas,
crónicas, papeles viejos. Ha sacado fechas, momentos, lugares en las historias
del toreo o del torero que en este caso se entrecruzan y se aprietan como
cuando se encuentran dos manos entrelazadas.
Dice Diego A. León que en
Madrid se le negaba “el cariño” (tampoco es una novedad, Madrid siempre ha
tenido su torero y pienso en Gregorio Sánchez o en Antoñete, por ejemplo, en la
segunda mitad del XX. Eso no lo dice Diego, lo digo yo) y buscó por ‘provincias’
la gloria – que manera más despectiva de valorar a alguien – camino de la
retirada y así culmina faenas en León, Valladolid, Algeciras o Bilbao donde
alternó con Guerrita o Reverte (“la novia de Revete tiene un pañuelo
/ con cuatro picaores / Reverte, en medio”, que cantaba la copla). A
lo que iba dice Diego que “mató recibiendo a Giraldillo, de Muruve… ¿Se
entienden ahora los versos de Machado: “re-ci-bien-do”…?
Diego León García ha escrito una
obra memorable. Para regalarnos como él lo ha hecho una biografía con la
precisión, la riqueza de datos y las puntualizaciones hay que saber mucho de una
figura. Él la conoce. Su pueblo, a donde se retira con María de las Nieves
estoy seguro que ha valorado todo lo que tiene de aportación única una obra
como ésta.
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