1 de abril, sábado. Dicen
que el color de la púrpura es tan excesivo como el peso que deja en los hombros
de quienes lo soportan. Es ese color que se ve desde lejos, tan lejos que, en
ocasiones no sale en las fotos, pero todo sabemos que está ahí.
El hombre viste de blanco.
Cuando era cardenal casi nunca lo vieron con los ropajes de ese color propio
que lucen los príncipes de la Iglesia. Desconozco si se sintió alguna vez
príncipe. En las fotos -entre las muchísimas fotos que salieron de su persona-
aparecía un hombre con zapatos viejos, rotos y viajero del Metropolitano de
Buenos Aires.
Llegó a Roma- ¿En busca de su
tumba? Conocía que de allí saldría o en un ataúd o de otra manera diferente a
como había llegado a la ciudad, una de las más importantes del mundo, y donde
se mueven tantos hilos que solo con pensarlo uno se asusta.
Llegó y levantó un montón de
expectativas. Para unos, iba a ser una auténtica revolución en la Iglesia
Universal que pedía no sé cuantas reformas, no sé cuantas medidas y
tropecientas mil cosas imposibles de realizar. Otros, hablaban del poder de la
Curia que según quienes se las andan en los entresijos es quien realmente
ordena y manda y el Papa hace lo que ellos quieren que haga. Prudente el hombre
se alojó en unas dependencias adjuntas.
El hombre, -vestido de blanco,
repito – es un hombre que en sus decisiones ha desconcertado a muchos; a otros,
los ha dejado insatisfechos. Hay también un puñado grande de indiferentes que
se mueven al manejo de otros hilos.
Se ha escrito mucho de este
hombre al que parece que el corazón - ¿de verdad, habrá sido el corazón? - le
ha pegado un susto y ha pasado por una clínica de Roma de donde acaban de darle
el alta. Dijeron que iba a un control rutinario y uno, en su ignorancia, se pregunta
¿en vísperas de Semana Santa un control rutinario? En fin…
Hay una cosa cierta. Nadie ha
hablado de ella. La iglesia - “Señor yo creo, pero aumenta mi fe” – ha pasado
por tantas vicisitudes que pensar que haya estado solo en manos de los hombres,
cuesta… ¿A qué están conmigo que es imposible? Pues eso, a lo mejor tiene mucho
que ver, Ese de quien no habla casi nadie y
que representamos con forma de paloma blanca… Dicen que llama Espíritu
Santo.
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