24 de abril, lunes. Desde
hace unos días que no hablamos de Ana Obregón y su niña ni del dichoso
programita de menoscabo al Rocío… No, no. Como ven ni los menciono. Es lo que
buscaban que se hablase de ello, además, de ofender. En la Grecia de Pericles
donde nació la Democracia, cuando alguien metía la pata (ya se sabe quienes son
los que tienen patas) se les condenaba al ostracismo… O sea, no existían…
Generalizar no tiene sentido.
Es, además de injusto, imposible de sostener. Ni todos buenos, ni todos malos,
ni todos feos ni todos guapos, ni todos listos ni todos tontos. Naturalmente a
veces, aparecen pinceladas. (Un amigo mío, cuando quería señalar en corto y por
derecho decía: “le dan punzadas de poca vergüenza”). Pues eso.
Le cuento una experiencia que
puede venir a pelo. Desde joven, saben, soy aficionados a las rosas. Antes de irme a
la mili al CIR 14 en Baleares ya compraba rosales a la firma Pere Dot, Horticultura
Dot (hoy en proceso de cierre por jubilación), ahora en la Palma de Cervelló,
Barcelona, antes en otra ubicación. Si tienen tiempo o interés escudriñen en la
trayectoria de esta familia de rosalistas desde el primer cuarto del siglo XX.
Verán que sorpresa…
A lo que iba. Cuando me jubilé,
por viejo, empecé a dedicarle más tiempo a esa afición. Después de muchos zarzaleos
largos de explicar y no necesarios por San Feliu de Llobregat, logro contactar
con ellos.
Era noviembre. Atardece pronto,
casi entre dos luces, al otro lado del teléfono me atiende el Sr. Pere Dot a
quien no había visto nunca. Le cuento la historia – que es más larga,
obviamente, que lo que permiten estas líneas – y el deseo de volver a recibir
ejemplares de rosales producidos por ellos.
-
¿Le envío mañana, la relación del pedido?,
pregunto.
-
No hace falta si quiere dígamela por teléfono ahora
y tomo nota.
Le especifico los ejemplares y
variedades y para concluir le agrego:
póngame, diez a su elección, y me dice el número de cuenta para girarle
el importe.
-
Por el importe, no se preocupe, “usted que es de
la vieja guardia”, en la caja llevará la factura y nos hace la transferencia
cuando le venga bien…
El comportamiento del señor no tiene nada en común con los de la
referencia del inicio del artículo salvo aquello de generalizar que “son
catalanes”. ¿Verdad que no es malo que se imponga algo de sensatez”
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