lunes, 17 de febrero de 2020

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Almanaque





Decía el Maestro Alcántara “que el almanaque es solo una escalera, / una edición de Dios de cada año”. Febrero y en Álora, por más señas. Cielo limpio, lejano. Hay un zureo de palomas en el pozo…

Me siento solo y solo. Pasan ráudos los coches por la carretera. Van a alguna parte. Dejaron, no sabemos dónde, su sello y su huella en un sitio perdido, recóndito. ¿Por qué llevan tanta prisa, si luego cuando lleguen dejarán que corra el tiempo como si no fuera algo que va con ellos?

Ha pasado un hombre. El hombre camina solo. Lleva un paso uniforme. Moderadamente despacio. Mueve las manos al andar. Se toca con un sombrero y mira al frente. No conozco al hombre que va por el camino. Probablemente sea un esparraguero que sube a la sierra a echar un vistazo a las esparragueras. El hombre va tarde. Para buscar espárragos hay que subir más temprano.

Hay un silencio de pájaros. Los pájaros cantan al amanecer cuando viene el alba o a esas horas que el día toca a final. Los pájaros, a media mañana, andan en sus cosas. Unos estarán por los sembrados. Por cierto, las sementeras ya piden agua; otros, en el estiércol de la huerta en la búsqueda de los bichillos que salen del calor entre un vaho evanescente.

A primeras horas la niebla se levantó del cauce del río. Dejó un reguero blanco. Una gasa de tul por las copas de los árboles de la ribera. La niebla tomó altura de la mano del sol. A medida que entraba la mañana se disipó y ahora que me he sentado en el brocal del pozo solo porque ella también se ha ido porque le ha llegado la hora.

El viento del sur ha traído el tañido de las campanas. Ya no se oyen como antes, las campanas de la iglesia (tampoco el viejo pescador veía el resplandor de las luces de La Habana) pero eso no significa que la torre de la iglesia no tenga campanas, ni que La Habana haya perdido el resplandor de sus luces proyectadas en el azul del océano.

Pienso en lo que dejó dicho el Maestro: “el almanaque es solo una escalera…” Es la edición que Dios ha asignado para este año. Febrero y en Álora, por más señas.



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