martes, 25 de febrero de 2020

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Campo florido




                                    



Lo dice el Cancionero anónimo: “Aunque el campo se ve florido / con la blanca y la roja flor”…  El tren avanza raudo. Cruza a una velocidad que deslumbra. Desde la ventanilla, esta primavera que ha arrancado fuera de tiempo, o sea muy pronto, está abierta a la contemplación y no nos deja salir del asombro.

Me dice una amiga que Sevilla huele ya a azahar. Sevilla decía la copla tiene un color especial y, ahora, el olor de siempre.  Ese olor al que recurren los pregoneros, como si hiciera falta recordar al que escucha que el olor a azahar llega a lo más hondo del alma. En Sevilla y en Álora y en todos los naranjales, el azahar compite con el canto de los pájaros que buscan una rama para hacer su nido.

Sierra Morena, por cierto, “que bien le ponía los nombres, quien le puso Sierra Morena a esta serranía,” es un manto de hierba casi raquítica bajo el encinar de siglos. Entra el sol por las quebradas. Corren algunos arroyuelos con una agua cristalina.. Me acuerdo de aquella primeras traducciones “Cervus in fonte bibebat…”

El Valle de Alcudia está verde. Pastan – están en lo suyo – los rebaños ajenos a ese ruido que rompe su silencio. En la campiña de Córdoba, han puesto en marcha los riegos por aspersión. Los trigos parecen el césped de un estadio, donde en cualquier momento, saldrán a jugar su partido de cada mañana, en su rato de recreo, la patulea de angelillos traviesos…

Hoy, los tractores han puesto la poesía de la necesidad en la calle. Es una poesía menos florida y más cruel. Es el problema que acucia. En el Consejo de Ministros – da la impresión, y nunca mejor pensado, que riegan fuera del tiesto – dicen que van a tomar medidas. Tropecientos mil decretos y sus leyes adjuntas para desarrollarlos. Ya los que saben, han dicho que ese no es el camino que lleva a la solución.

El campo clama por soluciones de despacho y por soluciones de la meteorología. Quiere también,  agua que baje del cielo. El fraile de Fontiveros lo dejó dicho  antes, mucho antes de este antes, “mil gracias derramando, / pasó por estos sotos con presura…” Magarzas, amapolas, florecillas sin nombre, ponen su pincelada de color y esperanza en estos momentos de tanta preocupación, duda y desencanto.




No hay comentarios:

Publicar un comentario