miércoles, 12 de febrero de 2020

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Reencuentro




                                            



Mediodía. El sol de invierno tiene puesto ropaje de primavera. Este febrero en Málaga se parece al mayo o junio de tierras de Castilla. Solo los árboles sin hojas con las yemas a punto de reventar, proclaman la estación que toca por estas fechas.

El mostrador a tope. Pido un vermú. Saboreo el mejor vermú que se hace en Málaga desde hace más de un siglo. El tiempo para algunas cosas es como la sinfonía de la Cavallería Rusticana que pone el punto necesario, preciso, a lo que ya de por sí es extremadamente bello, único.

La gente bebe el vino de la tierra. Hay olor a vino derramado, a toneles de añejo donde no se cría vino – viene de otras bodegas – pero al que se le da todo lo suyo.

En el mostrador de enfrente, bajo la ventana, el marisquero -mandil blanco como corresponde - tiene los platos esperando al consumidor (se paga aparte, en cuenta distinta a la bebida)  con las banderillas, conchas finas, gambas cocidas, mejillones que hace un rato estaban asidos a las rocas de los espigones de Huelin, boquerones en vinagre…

El mostrador de madera, largo, estrecho. Los camareros van y vienen. Con una tiza marcan el importe de las consumiciones.  Las barricas de vino, con el peso de tantos años cubren todo el testero; en las estanterías botellas y garrafitas para turistas. Alguien diría que es la taberna más antigua de Málaga. No hay otro lugar – ya no están La Buena Sombra, ni los Quitapenas, ni las Campanas… - con  el vino de la tierra, símbolo de un tiempo que ya no es, corazón de una ciudad que se transforma…

Se rompe el dicho: “Málaga, ciudad bravía, la de las mil tabernas y una sola librería”. Aquellas tabernas de antes han desaparecido. Los nuevos establecimientos no tienen el sabor de lo añejo. Las franquicias ponen un sello de uniformidad. Todas, casi iguales, o lo que es lo mismo, han perdido su sello propio, personalidad.

La Antigua Casa de Guardia abre puertas a la Alameda Principal, calle Panaderos y Pasaje Pastora. La fundó, en 1840, José de la Guardia que terminó de Gobernador Civil en Segovia… Entrar por sus puertas es reencontrarse con un viejo amigo, cuando no, alguien, que llegó después y a quien no viste, y que te toca en el hombro y te fundes en un abrazo…






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