jueves, 13 de febrero de 2020

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Campo de valientes





                                 

Lo dice el periódico. Tres jóvenes agricultores con formación universitaria dan un paso adelante. Quieren vivir de lo que más les gusta: el campo. Buscan originalidad y calidad. Sacan al mercado un aceite nuevo, novísimo por su reciente aparición, pero viejo, tan viejo, que procede de olivos centenarios (cerca de setecientos pies) y milenarios (nueve).

Están en la Sierra de Mariola que toca parte de las provincias de Alicante y Valencia entre las Comarcas de Alcoy, Condado de Concentaina y Valle de Albaida. A lo lejos, el mar de los Fenicios.

El clima, mediterráneo. Apunta a inviernos muy fríos en las cumbres, y caluroso en verano. La orografía, caliza. La sierra es casi la punta más extrema de las cordilleras béticas. En su vegetación tejos, sabinas, aliagas, enebros… y de la mano del hombre, olivos.

Los que se crían en aquellos parajes, dicen,  que echaron raíces antes que Jaime I,  ‘el Conquistador’, tomase para el Reino de Aragón aquellas tierras de Levante y que, incluso, un puñado, los milenarios, van aún más atrás en el tiempo y se enclavan en el período visigodo.

La producción de estos olivos, además de rara, es muy limitada. Es normal. Se dan factores que se entrelazan: poca arboleda, suelo calizo, longevidad, y clima. Tienen su mercado abierto en paladares selectos y en un mercado que se sale de lo que es uso y costumbre y busca algo diferenciador.

Los expertos le agregan al aceite obtenido todo eso que suelen decir porque lo saben muy bien y hablan de “su magnífico sabor y aroma, caracterizado por un buqué afrutado”. Y, algo más, “un toque afrutado verde de intensidad media con toques a plátano dulce” ( Yo de esto, pues ni mijita). Me documento en Salud (ABC 20 de enero 2020 autor Luis Miranda).

Hay más: “nos encontramos, afirman,  con notas muy frescas, picantes y amargas”. Y lo  más interesante, o sea, lo que realmente importa:  gran poder antioxidante, aumenta los niveles de colesterol bueno (eso los hacen todos los aceites ‘virgen extra’), reduce el riesgo de padecer diabetes y sufrir Alzhéimer, tiene propiedades antienvejecimiento y cuidan el aparato digestivo.

A las características de la tierra le unen las variedades. Son autóctonas: alfafarenca y blanqueta. Me vienen al recuerdo las Farga y Morrut en San Mateo, Castellón… Hay tanto por esos mundos ¡y sabemos tan poco…!





















                                    










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