Lo dice el periódico. Tres
jóvenes agricultores con formación universitaria dan un paso adelante. Quieren
vivir de lo que más les gusta: el campo. Buscan originalidad y calidad. Sacan
al mercado un aceite nuevo, novísimo por su reciente aparición, pero viejo, tan
viejo, que procede de olivos centenarios (cerca de setecientos pies) y
milenarios (nueve).
Están en la Sierra de Mariola que
toca parte de las provincias de Alicante y Valencia entre las Comarcas de Alcoy,
Condado de Concentaina y Valle de Albaida. A lo lejos, el mar de los Fenicios.
El clima, mediterráneo. Apunta a
inviernos muy fríos en las cumbres, y caluroso en verano. La orografía, caliza.
La sierra es casi la punta más extrema de las cordilleras béticas. En su vegetación
tejos, sabinas, aliagas, enebros… y de la mano del hombre, olivos.
Los que se crían en aquellos
parajes, dicen, que echaron raíces antes
que Jaime I, ‘el Conquistador’, tomase para
el Reino de Aragón aquellas tierras de Levante y que, incluso, un puñado, los
milenarios, van aún más atrás en el tiempo y se enclavan en el período
visigodo.
La producción de estos olivos,
además de rara, es muy limitada. Es normal. Se dan factores que se entrelazan:
poca arboleda, suelo calizo, longevidad, y clima. Tienen su mercado abierto en
paladares selectos y en un mercado que se sale de lo que es uso y costumbre y
busca algo diferenciador.
Los expertos le agregan al aceite
obtenido todo eso que suelen decir porque lo saben muy bien y hablan de “su
magnífico sabor y aroma, caracterizado por un buqué afrutado”. Y, algo más, “un
toque afrutado verde de intensidad media con toques a plátano dulce” ( Yo de
esto, pues ni mijita). Me documento en Salud (ABC 20 de enero 2020 autor Luis
Miranda).
Hay más: “nos encontramos,
afirman, con notas muy frescas, picantes
y amargas”. Y lo más interesante, o sea,
lo que realmente importa: gran poder
antioxidante, aumenta los niveles de colesterol bueno (eso los hacen todos los
aceites ‘virgen extra’), reduce el riesgo de padecer diabetes y sufrir
Alzhéimer, tiene propiedades antienvejecimiento y cuidan el aparato digestivo.
A las características de la
tierra le unen las variedades. Son autóctonas: alfafarenca y blanqueta.
Me vienen al recuerdo las Farga y Morrut en San Mateo, Castellón…
Hay tanto por esos mundos ¡y sabemos tan poco…!
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