El campo atraviesa quizá – o sin quizá – uno de los peores momentos
desde hace muchos años. Las soluciones no se ven claras. Los problemas son
tantos que puede hacerse efectivo aquello del ‘árbol que no deja ver el monte’.
El cambio climático está ahí. No
en lontananza, o detrás de la loma. No, no. Llama a la puerta con nudillos más
duros que el diamante. Lo digo por evitar la creencia que al hacerse daño pueda
desistir. No va a hacerlo.
Los factores meteorológicos no
dependen del hombre del campo. La lluvia, el viento helado, el granizo, la
calor, el aire abrasador que viene del desierto cuando las condiciones se lo
permiten y lo achicharra todo…
Los costes de producción se
elevan: impuestos, combustibles, fertilizantes, productos fitosanitarios,
líneas de créditos, mano de obra, seguros, medios mecánicos de transportes,
reciclaje y adaptación a las nuevas tecnologías… Una cadena alargable mucho
más.
El campo tiene que pagar un
jornal justo. Al propio agricultor que lo genera y al jornalero que tiene que
recibirlo a cambio de la prestación de su trabajo. No cabe el abuso (y quien lo
haga, que lo pague). En la situación actual el campo no puede pagar el jornal;
el jornalero no puede vivir con lo que percibe. Quien produce, quien trabaja y
quien tienen que pagar el producto cuando llega al mercado, no pueden. La angustia los cercena a todos.
La comercialización no está en
manos del agricultor. Quizá tampoco tenga que estarla y sí en manos de
profesionales. Falta preparación y formación, iniciativa empresarial y
comercial. Falta la esencia. No se puede pasar de productor a comerciante
internacional sin haber gestionado ni siquiera un puesto de pipas en la esquina
de la calle.
Cooperativismo ¿cómo posible
solución? (es lo que se escucha con más asiduidad) por supuesto que sí. Pero
cooperativismo gestionado por personas que sepan de lo que va la cosa. Por
experiencia sé lo que es el cooperativismo donde sobra la buena voluntad. No es
suficiente. Es necesario el cooperativista.
Alguien contaba como chascarrillo – el campo
no está para chistes, pero… - que en un país sudamericano después de analizar
diferentes constituciones optaron por aplicar la sueca y fracasaron. ¿Por qué?
“porque faltaban suecos”. Ojalá, entre todos, encuentren el punto de
equilibrio.
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