miércoles, 5 de febrero de 2020

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Cooperativismo, sí




     

El campo atraviesa quizá –  o sin quizá – uno de los peores momentos desde hace muchos años. Las soluciones no se ven claras. Los problemas son tantos que puede hacerse efectivo aquello del ‘árbol que no deja ver el monte’.

El cambio climático está ahí. No en lontananza, o detrás de la loma. No, no. Llama a la puerta con nudillos más duros que el diamante. Lo digo por evitar la creencia que al hacerse daño pueda desistir. No va a hacerlo.

Los factores meteorológicos no dependen del hombre del campo. La lluvia, el viento helado, el granizo, la calor, el aire abrasador que viene del desierto cuando las condiciones se lo permiten y lo achicharra todo…

Los costes de producción se elevan: impuestos, combustibles, fertilizantes, productos fitosanitarios, líneas de créditos, mano de obra, seguros, medios mecánicos de transportes, reciclaje y adaptación a las nuevas tecnologías… Una cadena alargable mucho más.

El campo tiene que pagar un jornal justo. Al propio agricultor que lo genera y al jornalero que tiene que recibirlo a cambio de la prestación de su trabajo. No cabe el abuso (y quien lo haga, que lo pague). En la situación actual el campo no puede pagar el jornal; el jornalero no puede vivir con lo que percibe. Quien produce, quien trabaja y quien tienen que pagar el producto cuando llega al mercado, no pueden.  La angustia los cercena a todos.

La comercialización no está en manos del agricultor. Quizá tampoco tenga que estarla y sí en manos de profesionales. Falta preparación y formación, iniciativa empresarial y comercial. Falta la esencia. No se puede pasar de productor a comerciante internacional sin haber gestionado ni siquiera un puesto de pipas en la esquina de la calle.

Cooperativismo ¿cómo posible solución? (es lo que se escucha con más asiduidad) por supuesto que sí. Pero cooperativismo gestionado por personas que sepan de lo que va la cosa. Por experiencia sé lo que es el cooperativismo donde sobra la buena voluntad. No es suficiente. Es necesario el cooperativista.

 Alguien contaba como chascarrillo – el campo no está para chistes, pero… - que en un país sudamericano después de analizar diferentes constituciones optaron por aplicar la sueca y fracasaron. ¿Por qué? “porque faltaban suecos”. Ojalá, entre todos, encuentren el punto de equilibrio.




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