miércoles, 26 de febrero de 2020

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Dios tiene una O






                                         

Es un libro delicioso. José María Pérez Lozano lo dedicó a su hijo Pedro Tomás “que tiene redondo los ojitos en O y es niño-niño”. Yo andaba detrás del libro. Lo tuve, lo perdí, y ahora, lo he vuelto a recuperar en una Librería de Viejo.
Trae como notas curiosas, además, ‘Editorial Gómez, Plaza del Castillo 28, Pamplona’ Este ejemplar que hoy ha llegado a mis manos, antes fue de María Asunción Velasco… ¡Cuántas vueltas da la vida!

José María Pérez Lozano nació en Navalmoral de Mata, en el Campo de Arañuelo, en Cáceres. Toda su vida profesional la desarrolló en Madrid en la Propaganda Popular Católica (PPC), Vida Nueva, Sígueme, Incunable… De toda su obra quizá, o sin quizá, me quedo con Las campanas tocan solas y con ésta.

Dice José María que algunos cristianos tibios, los que rezan solo en la iglesia, creen que el Hijo de Dios es una imagen en una hornacina, y que María es una estatua cubierta de larga capa cónica. El palo es soberbio.

El libro es delicioso. Abro al azar por la página 65. Copio literal: “ Y para que se coma la sopa, los garbanzos y el tocino, Madre ha de contarle el cuento de la ratita sabia. José se distrae, pellizcando el pan y escuchando el cuento”. José María, - y claro que lo sabía – conocía que Jesús no podía comer tocino porque ese manjar está prohibido para el pueblo de Israel.

Mi madre, que no tenía la formación de Pérez Lozano, siempre me sostenía que el puchero era tan exquisito porque lo había creado Santa Ana. Yo se lo discutía, se lo razonaba, y un día, en una tarde calurosa de verano, cuando yo le leí lo que acabo de copiar, me dijo: “¿Ves, ves como yo llevo la razón? Pero como tú no me haces caso en nada…”

Madre y madre andarán juntas por no sé dónde, pero seguro que mi madre le pondrán a sus pies un puñado de jazmines – porque en el cielo hay jazmines en todos tiempos -   como le solía poner en las tardes de verano. Ahora, cuando su hijo se ha emocionado porque le ha venido a las manos un libro de 1958 y que él conoció un poco después, cuando era muchacho, los habrá salpicado con las lágrimas que le han asomado por sus ojos…





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