Es un libro delicioso. José María
Pérez Lozano lo dedicó a su hijo Pedro Tomás “que tiene redondo los ojitos en O
y es niño-niño”. Yo andaba detrás del libro. Lo tuve, lo perdí, y ahora, lo he
vuelto a recuperar en una Librería de Viejo.
Trae como notas curiosas, además,
‘Editorial Gómez, Plaza del Castillo 28, Pamplona’ Este ejemplar que hoy ha
llegado a mis manos, antes fue de María Asunción Velasco… ¡Cuántas vueltas da
la vida!
José María Pérez Lozano nació en
Navalmoral de Mata, en el Campo de Arañuelo, en Cáceres. Toda su vida
profesional la desarrolló en Madrid en la Propaganda Popular Católica (PPC),
Vida Nueva, Sígueme, Incunable… De toda su obra quizá, o
sin quizá, me quedo con Las campanas tocan solas y con ésta.
Dice José María que algunos
cristianos tibios, los que rezan solo en la iglesia, creen que el Hijo de Dios
es una imagen en una hornacina, y que María es una estatua cubierta de larga
capa cónica. El palo es soberbio.
El libro es delicioso. Abro al
azar por la página 65. Copio literal: “ Y para que se coma la sopa, los
garbanzos y el tocino, Madre ha de contarle el cuento de la ratita sabia. José
se distrae, pellizcando el pan y escuchando el cuento”. José María, - y claro
que lo sabía – conocía que Jesús no podía comer tocino porque ese manjar está
prohibido para el pueblo de Israel.
Mi madre, que no tenía la
formación de Pérez Lozano, siempre me sostenía que el puchero era tan exquisito
porque lo había creado Santa Ana. Yo se lo discutía, se lo razonaba, y un día,
en una tarde calurosa de verano, cuando yo le leí lo que acabo de copiar, me
dijo: “¿Ves, ves como yo llevo la razón? Pero como tú no me haces caso en nada…”
Madre y madre andarán juntas por
no sé dónde, pero seguro que mi madre le pondrán a sus pies un puñado de
jazmines – porque en el cielo hay jazmines en todos tiempos - como le solía poner en las tardes de verano.
Ahora, cuando su hijo se ha emocionado porque le ha venido a las manos un libro
de 1958 y que él conoció un poco después, cuando era muchacho, los habrá salpicado
con las lágrimas que le han asomado por sus ojos…
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