El Greco – Doménikos
Theotokópoulos - llegó
de la otra punta del Mediterráneo, de Creta. En Italia anduvo por los talleres
de tres de los grandes de aquel tiempo: Tiziano, Tintoretto y Miguel
Ángel… Siguió camino y vino a
parar junto al Tajo en Toledo.
Dice de él el doctor Marañón
que la simbiosis entre el personaje y al ciudad fue tal que, el Greco, de no
haber caído por allí, habría sido – porque lo era- un genio, pero nunca con la
magnitud y la rotura de moldes como él tuvo.
El Greco era un hombre enjuto,
de tan pocas carnes que se diría muy delgado, de nariz puntiaguda y barbilla
con maneras de berbiquí, poco pelo y
barba endeble, orejas descompasadas y unos ojos grandes y profundos que
delataban una grandeza de alma diferente a la de las personas con las que
compartía su vida.
Su pintura, desde Toledo,
irradió el arte. Parte de su obra, quedó allí; otra, salió dispersa por el
mundo. Entre la obra que permaneció en la Ciudad Imperial – en la iglesia de
Santo Tomé - ‘ El entierro del señor de Orgaz’ que, luego pasó a llamarse ‘El
entierro del conde de Orgaz’. El tal conde, Gonzalo Ruiz de Toledo, dejó unas
mandas testamentales, incumpliadas posteriormente. El Greco sitúa a San Agustín
y San Esteban como portadores de su alma en el traslado final…
En la noche electoral, o mejor,
a resultas de la noche, los partidos políticos analizaban, buscaban explicaciones
o irradiaban su felicidad ante las masas vitoreadoras. Dependía del barrio
donde tocaba la ‘verbena’. Aparecen, ante las cámaras de televisión, tres
señores. Uno tan de oscuro que parecía de luto riguroso; otro, en un azul tan
azul que era como una noche de tormenta pero sin relámpagos. Un tercero era…
Bueno, cuesta encontrar un adjetivo para aquel rostro carente de sonrisa y
expresividad…
Un comentarista político desgranaba
su crítica. Dio en el clavo. Dijo que dos iban a un entierro y el tercero era
el fantasma del conde de Orgaz. Lo clavó. Entre un fantasma y aquel hombre solo
media el tiempo. Uno, el conde, del siglo XVI y éste, alguien del XXI… Con esa
imagen tétrica el asesor de imagen ¿de verdad pensaba entusiasmar a los
votantes desencantados después de la derrota?
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