domingo, 5 de mayo de 2019

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Calle de Atrás





Decía don Miguel de Unamuno que en La Vera, ‘chacharean las sombras’. Don Miguel nunca conoció la calle de Atrás de Álora. A duras penas entra el sol. Sus casas se empinan en un imposible de alcanzar el cielo distante y azul.

Larga como un día sin pan, como una espera en la cita que no llega, como cuando éramos niños y veíamos que la Feria estaba tan lejos, tan lejos que nunca se le veía la punta al calendario.

Conecta la Fuentarriba con la Plaza Baja de la Despedía. Comenzaba en la esquina del Beaterio de la Concepción, casi en el entronque con la calle Encinasola que aún guarda como en pecho simétrico el nombre de Rosales.

La idearon a la espalada de otra calle, la de Parra que, andando el tiempo, por esa extraña razón que se dan en los pueblos, le tomó la primacía y la relegó a un segundo o tercero o cuarto plano. Da lo mismo. Desde no se sabe cuándo, siempre, se conoció como la calle de Atrás.

 A lo largo del tiempo, cambió varias veces de nombre. Y así, en atención a personajes relevantes del pueblo, fue calle de Gabriel Sánchez, Francisco Rodríguez, Juan de Mayorgas, Real y Canónigo Morales…

En ella se alojó el Martes Santo 2 de abril de 1624 el rey Felipe IV. Llegó procedente de Málaga. Había venido a Andalucía para recaudar dineros. En Málaga protagonizó un incidente al pie de la Alcabaza con su alcalde al que reprochó su villanía, respondiéndole aquel, que sus “manos estaban encallecidas en el servicio de S.M.”.

Le acompañaban su hermano el Príncipe don Carlos, el Conde-Duque de Olivares, el Almirante de Castilla, el Nuncio de Su Santidad, el Cardenal Zapata y el Patriarca de las Indias Occidentales.

El Rey y el Príncipe se alojaron en la casa del Licenciado Juan de Mayorgas frente a lo que hoy es la parroquia de la Encarnación que en aquella fecha se encotranba en construcción. Desde Álora partieron hacia Antequera. Les acompañaron hasta la Dehesa de la Villa, donde mandó que se volviesen.

En la calle de Atrás vivieron, también, dos personas muy ilustres del siglo XX de Álora, los hermanos Diego y José (Pepe) Rosas Hidalgo. Magistrado del Tribunal Supremo, el primero; el folclorista más grande de nuestra historia, el segundo.

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