Está ahí desde no se sabe cuánto tiempo. Está ahí
desde que un día los hombres por mor de los miedos decidieron subir la ladera,
coronar la cumbre y levantar un cerco de piedras, amasaron el barro y
construyeron un recinto cerrado para defenderse de otros hombres…
¿Desde cuándo el hombre se
protegió de sus semejantes? La Biblia, el Libro Sagrado dice que hubo un hombre
malo que mató a otro hombre bueno. Dice, también, que eran hermanos porque
venían del mismo padre y de la misma madre. Se les puso nombre y los llamó Caín
y Abel. A lo mejor no fue exactamente así pero, desde entonces, el hombre se ha
visto precisado a defenderse de sus semejantes.
El hombre de Álora que en la
noche del tiempo no se llamaba de esta manera, dejó la ladera del río y trepó a
la altura. Allí dentro se sintieron seguros. ¿Seguros de qué? Seguros de los
otros hombres y mientras duraba el asedio aguantaban. Les ayudó su orografía:
terreno escarpado de muy difícil acceso, la altura y el poder divisarlos desde
la lejanía…
Ya llevaba el lugar poblado
desde hacía mucho tiempo. En su suelo cobijó se cobijó la Iluro romana; luego,
cuando vinieron los hombres morenos, amigos del sol, “que todo lo ganaron y
todo lo perdieron” precisaron levantar murallas. Al principio, se llamó un hins. Un grupo de soldados, una
torre de defensa…
Durante la Edad Media la
construcción no para. Elevan murallas, amplían el perímetro, construyen
mezquitas… Emires, Califas y Taifas dejan su huella. Pobreza de materiales; más
adobe que piedra y crece y crece…
Y vienen cercos y fracasos de
los que llegan y resistencia y orgullo de los que quedan: “tregua, tregua Adelantado, / por tuyo se da el castillo. / Alzó
la visera arriba, / para ver el que tal le dijo, / apuntáralo a la frente, /
salido le ha al colodrillo…”
Y supieron por tierras de
Castilla y León y por Valencia y Murcia, y por lo que quedaba de al-Andalus que a sus pies moría Diego de Ribera, un día de
primavera de 1434. ¿Qué día fue? Al igual pudo ser un día como hoy…
Después, lugar de reposo donde
se han dado la mano el polvo y el sueño, y para nosotros algo tan nuestro que
sin él no seríamos nosotros, seríamos otro pueblo.
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