Cuando yo tenía mucho de Willy
Fog no me lo pensaba. Ahora, será por los años, o porque uno se vuelve un poco
pasota, me lo pienso dos veces. Si llego a la tercera, entonces, no. Entonces
es que las redes van por otro lado.
El viaje tiene tres partes:
programarlo, realizarlo y, luego, contarlo. Con esto de las primeras comuniones
me han pedido que no le haga a mi nieto ningún regalo material. Mejor un viaje
y que lo viva contigo. Y así lo podrá recordar cuando sea mayor… (y esas cosas
que se dicen).
Sin saberlo, me han vuelto a la
época de la que hablaba al principio. Casi soy un nuevo Willy Fog pero con más
años y con una ilusión que entonces no tenía. Estoy como un poseso. Por supuesto
que ya he consensuado con él el lugar donde vamos a ir y por supuesto
llevaremos también a su hermano, que es más pequeño, más pillo y que asume lo
de chupar rueda del mayor, a las mil maravillas.
He rebobinado. Torbellino de
recuerdos. El Cap Nort y el Cabo de Buena Esperanza, el Amur con el Ussuri, y
la vez que bajé por el Angará hasta Irkutsk,
y el Rhin, y el sol puesto por San Diego, y el Gran Cañón del Colorado,
Marrakech, y Nueva York y París, y la primera vez que llegué a
Madrid...
Llovía aquella mañana. Atocha y
Madrid, un mundo. La primera subida por las orillas del Sil, y un rato antes, cuando
el tren partía de Astora. Un mendigo escapado de una obra de Valle Inclán pedía
limosna con voz lastimera. En León subió una niña. Iba a su casa. Tenía
vacaciones. Se bajó en la Rua-Petín…
Noche de verano. El tren
cruzaba la campiña cordobesa. Olía a rastrojo y a mies recién segada. Luego se
abría el alba por La Mancha y en Alcázar de San Juan, el hombre que vendía
tortas de Alcázar, y el otro que daba un golpe seco, con un martillo, a las
ruedas, y el sonido agudo que se perdía…
Ahora no ocurrirá nada de eso.
Partiremos temprano. Subiremos a un tren veloz, muy veloz, tan
veloz que tiene manera de pico en la máquina para cortar mejor el viento y cruzaremos
tierras de llanura, y luego otras tierras…
¿”Adónde el camino va”? Ah, misterio…
Los misterios no se pueden desvelar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario